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PabloLuna

Más feliz que nunca... (¡En la tercera edad de la juventud!)

Más feliz que nunca... (¡En la tercera edad de la juventud!)

hoy el tiempo y el destino me han hablado extrañamente. me han hecho recordar mi adolescencia, han hecho que regrese a la mitad de mi vida. aquellas épocas llenas de mucho idealismo -que aún conservo-, de mucha pasión -que también conservo-, de mucha fe, de mucho creer -que renacen poderosa y fuertemente cada día-.

hoy salí a encontrarme con terceros. como buenos peruanos, llegarían tarde. y seguramente, yo, como mal peruano, llegaría temprano. y así fue, llegué puntual, pero ellos no estaban. no obstante, estaba otro grupoque me esperaba, inmenso, mágico e impresionante -y olvidado también- : una feria popular de libros. sin poder contra mí mismo me dejé llevar, y era imposible no seguir el coqueteo que me mostraba el primer libro con el que me topé, fue... sí, tengo que decirlo, que de lo poco que he leído, (porque el conocimiento es tan amplio e inmenso y tan misterioso e infinito) de los grandes y nóbeles incluso que he vivenciado, éste para mí-, tiene una fuerza, un amor, un sentimiento muy personal y muy grande.

llegó a mis manos por primera vez media vida mía ya vivida. era un crío adolescente con mucha pasión por la vida misma. mi hermana mayor -tiene sus ventajas ventajosas ser el menor- me lo trajo, "el protagonista se parece a ti, hasta por el nombre, y con las ideas que tienes en la cabeza, debes leerlo" . en inicios de los noventa, ya la literatura rusa no tenía mucho auge, -en lo que respecta a lectura (y cada vez el auge es menor)-, como sí la tuvo en los setenta y ochenta de mi niñez. (de muestra están mis tíos lectores). no sabía que éste libro, editado más de cuatrocientas veces, y traducido a setenta idiomas (y éstos son datos de 1970 eh?, cómo será ahora, no lo sé), se convertiría sin darme cuenta en una obsesión para y con la cultura rusa. pero así como llegó a mis manos tuvo que irse, iba por la mitad de conocerle, y mientras mis lecturas se cruzaban con mis estudios perseguía con pasión la vida de pavka korchaguin, pero un día desapareció de mi estante de libros. tenían que devolverlo, o mi hermano se lo llevó, nunca supe cual fue su destino, por más ruido que hice para saberlo. me quedé con el sabor de una historia inconclusa. lo busqué por diversas librerías y nadie lo tenía, nunca más supe de él.

pasaron cinco años -como diría lorca también- y en la universidad conocí al hijo de un socialista que había viajado mucho, y leído más. nos hicimos amigos, y un día en su biblioteca, lo ví, o él me miraba a mí. eso era lo más probable. no sé si serían los tragos o los estragos, aunque siempre me he jactado de mi buen beber y resistencia. y ese día me lo traje a casa, -como a escondidas-, porque el padre de mi amigo era muy celoso con sus hijos impresos. retomé la lectura de la pluma de nikolái, y lo recuerdo más porque por esas fechas conocí a un pianista canadiense, llamado del mismo nombre. tiempos aquellos, donde mi sensibilidad era tan ingenua y tan fuerte a la vez. tenía -como ahora- mucho, mucho por descubrir. pero el tiempo siempre parece ganarme, apremiarme, y esa vez no fue contemplativo, el padre de mi amigo se dió cuenta que uno de sus hijos faltaba y otra vez a tres cuartos de la historia y el desenlace final, tuve que devolverlo. aún no sabía mentir.

han pasado nueve o ya diez años, (ya con el tiempo pierdo las nociones). más aún recordando que cada siete nazco otra vez, como hoy. y hoy, mientras esperaba a los buenos peruanos, lo ví ahí, en esa feria, mirándome a los ojos, y diciéndome, "llévame, esta vez soy para ti". era el mismo de siempre: editorial progreso, tapa dura, papel grueso, fondo crema con líneas rojas resaltando un marco de una imagen a modo de ícono marcial con una estrella en la armadura. el mismo de siempre, y ahora a la tercera vez, sería mío. "así se templó el acero..."

lo tomé entre mis manos, edición original porsupuesto, seguro que años que no lo abrirían, y caería en esa feria de algún decepcionado o mercader de libros. no lo sé. tampoco sé porqué, pero pensé que sería incluso el mismo libro que cayó en mis manos por vez primera cuando mi hermana me lo dió. lo abrí, y dentro tenía una receta médica, el papel ya amarillento por el paso del tiempo o por su ausencia, con el nombre de una farmacia ya inexistente. luego, seguí hojeando y me tropecé con otro papel, más amarillento aún, que dejaba su huella en las hojas blancas al sacarlo de su sitio, "comunicado del sindicato de trabajadores mineros de milpo", al ver eso, pensé "es más probable, que justo este libro no sea el primero que llegó a mis manos, sino el segundo". sea de quien fuera, lo tenía ahí, en mis manos.

en épocas de la globalización hay que negociar. y lo negocié, como vil mercancía, lo cambié por otro papel impreso, de un valor irrisorio por su contenido. ahora, como aquel niño egoistón, de lazzy town que canta "el techo y el cielo es mío", ahora sí que "así se templó el acero" es mío, y va como regalo hacia mí mismo para este nuevo ciclo de la verdadera tercera edad, pero de la juventud. ya luego, en un breve futuro -aunque no soy de comentar libros (en tal caso hacer una historia con ellos mismos)-, cuando termine de leerlo -espero que esta vez no pase nada, ni tenga que esperar lustros más, lustros menos-, daré mi comentario respectivo, por ahora a disfrutar de esta lectura apasionante, y que regresa a mi vida a decir algo, entre tantas lecciones, de hecho, seguro a cómo templar el acero -a lo que agrego- con fuerza, belleza y felicidad.

un abrazo a todos, y feliz cumpleaños!

pablo

1 comentario

Montse -

Las cosas que se hacen esperar se paladean mejor....
¡¡que lo disfrutes amigo!!
Un saludo,
Montse