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PabloLuna

Hacer Teatro, MI INDEPENDENCIA ;)

Hacer Teatro, MI INDEPENDENCIA ;)

http://proyectoindependencia.blogspot.com/

Independencia
Obra teatral de Lee Blessing
Dirección: Pablo Luna
Traducción de Leonardo Torres Vilar
Duración: 1 hora 40 minutos
Intermedio 10 minutos
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Obra Finalista del IX Festival del ICPNA
¡4 únicas funciones!
3ra Semana de Octubre del 2008
Jueves 23 / Viernes 24 / Sábado 25 / Domingo 26
7:30 (Hora Exacta)
Auditorio ICPNA Miraflores
Av. Angamos Oeste 120
Capacidad Limitada
Entradas en Boletería (Desde el 1º de Octubre)
S/. 20 General y S/. 10 Estudiantes y Adulto mayor
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http://www.elcomercio.com.pe/ediciononline/HTML/2008-07-17/cuatro-obras-participaran-ix-festival-teatro-icpna.html

Visitame en : http://proyectoindependencia.blogspot.com/

¡¡¡Superamos las cincuenta mil visitas!!!

¡¡¡Superamos las cincuenta mil visitas!!!

Hoy tenemos que celebrar.

No solamente porque estamos en la semana del idioma, con muchos eventos por Cervantes y por el maravilloso mundo de las letras, sino también porque cada vez más -siento, es mi percepción- la gente está leyendo! La producción literaria aumenta día a día, y yo soy feliz con que la gente lea. Un pueblo que lee, me parece, avanza más rápido. Y en todo este contexto "macro-literario": de muchas editoriales, de muchos grandes autores, de ventas astronómicas incluso, de costos elevados también (Mi eterna objeción al sistema). También hay un mundo "micro-literario": autores no conocidos que creen en sí mismos, revistas virtuales y reales interesantes, blogs por todas partes, y entre ellos mi pequeño y sencillo, -pero nutritivo- blog ;) que me ha demostrado que también algo ha hecho con respecto al tema de la lectura "virtual", en este caso. Porque como verán mi blog es como Libertad, aquella pequeña amiga de Mafalda, "Simple".

Y es quizá esa simpleza la que ha hecho que justo en estos días -enigmática coincidencia, (por las fechas que se celebran digo)- hayamos superado las cincuenta mil visitas en este blog!!! (Al momento de publicar este artículo, el contador dice: "Número total de páginas vistas hasta el momento -desde agosto del 2005- 50.712"). Eso para mi representa mucho, porque al menos, ha existido un grupo de gente, amigos lectores, que ha seguido la evolución de este creativo (según yo, en escencia) blog "De todo un poco". Y también porque es un pequeño orgullo personal. Lo debo admitir. Porque parafraseando a Agneta, y salvando las distancias, puedo decir "Thank you for the Writing for giving it to me".

Y es que aquí debo reconocer, aunque parezca inverosímil, que a mi me pasó lo de Zezé, el protagonista del libro donde comenzó toda mi pasión por la Literatura, "Mi planta de Naranja Lima", -podría recitar algunos capítulos de memoria creo, sobre todo el final-, porque al igual que él, que Zezé, quien escribe ya a los cuatro años -uno menos todavía que él- aprendí a leer solo. No sé como, pero se dio. (Creo que fue también por la influencia de los abuelos, y de cuando fui al barco por primera vez con la abuela -que hasta ahora a sus 92 años sigue leyendo fielmente un par de horas diarias-, para mayor información véase el artículo "El sabor de la Justicia" Publicado el 21/11/2005). 

Y entonces, mis padres ni cortos ni perezosos, -al igual que con Zezé pero con una onda distinta de libertad y creatividad-, me pusieron en las cuatro paredes de la escuela a esa edad, por esos once años muy bonitos y divertidos. Donde lo más importante creo que ha sido, a parte de las amistades, recuerdos y profesores, simplemente aprender a escribir y a calcular y a leer como debe ser. Porque mucho radica en saber leer. El resto, no sé para qué. Pero no se me malinterprete, las otras materias son muy hermosas, en todas sobresalí, pero a estas alturas del partido me digo en el fondo ¿"Para qué"?. Demasiada cultura general. O como me dijo mi profesor de matemáticas hace poco que me lo encontré en la calle y hablamos de su curso, que -aunque no lo crean- fue el que más me gustó, y en el que mucho sobresalí: "Pablito, es realmente importante saber sumar 3/5 + 4/8?". Y me fui pensando si realmente tiene mucho sentido práctico saber sumar tres quintos más cuatro octavos... Alguien se anima a opinar?

Pero en fin. Lo importante es que, volviendo al tiempo presente, este espacio, es un espacio para la palabra escrita en todas sus formas y variantes, para compartir, y para opinar sobre lo que querramos, para tener ideas diferentes, como lo que tuve con los veganos por ejemplo. (para que disfruten una polémica brava véase el artículo "El Perro y la M (Fuego contra fuego)" Publicado el 07/07/2006). Menudo rollo aquel.

Una de las batallas personales que sin querer he librado es hacer que algunas personas lean -que no solo mis alumnos, porque a ellos en el peor de los casos se les puede obligar usando los "didácticos" métodos que sugiere el Ministerio de Educación (Cosa que no hago, -la rebeldía siempre me persigue, -ellos, mis alumnos, dicen estimarme como profe, como será, mejor que ellos mismos opinen, los invito a hacerlo)-, sino que también he logrado (en pequeños círculos y en pequeñas escalas), que familiares, amigos, terceros tengan este gusto por la lectura o lo descubran. Esa es una de las funciones indirectas de este blog, que sin darme cuenta se ha dado.

He hecho en estos dos años veladas, lecturas con amigos, compartimos escritos, y muchas cosas más. Pero eso es diríamos hasta "fácil" con gente conocida y que sabes le gusta leer. Pero ¿qué de aquellos que no? Que no les gusta simplemente. ¡Cómo hacer que encuentren el atractivo de este bello arte! Este blog, modestia a parte, y salvando las distancias con muchas plumas realmente finas, algo de ello ha logrado, porque me lo dicen en el correo, y porque además participan y responden a los artículos. Pero también pesando en eso entre otras cosas y por mis grandes amores y pasiones, el año pasado, luego de terminar el primer tomo de las Mil y una noches, hice el proyecto que lleva su nombre. (Véase artículo "27 en el 2007", aquí abajito nomás :) O visita el espacio http://cuentacuentoslasmilyunanoches.blogspot.com/). Una experiencia muy motivadora, placentera y enriquecedora.

Sé que en dos años (para algunos), no es mucho el hecho de tener cincuenta mil visitas en un blog. Pero nuevamente se aplica aquel dicho que mi padre decía "Todo depende con el cristal con el que se mira". Porque si lo vemos desde el punto de vista en el cual pocos leen, y -donde yo también no he estado escribiendo como debiera, poca regularidad (Sí, meas culpas escribidoras)- es todo un logro a celebrar este número de visitas.

Pero también tengo que dejar dicho algo muy importante y valioso: todo esto no hubiera sido posible sin "las pataditas en el culo" de grandes personas.

El primero de ellos, Nacho Fernández, director de la revista virtual http://www.literaturas.com, Cómo olvidar el taller que llevamos, su «¡vamos, hazlo hombre!» con su a"z"ento peculiar. Y sus palabras de ánimo en los momentos iniciales. Gracias Nacho! ;)

También mi profundo agradecimiento a mi gran amiga Montse Prats, (autora de "Meu Tren"), aquella gran catalana, quien con harta energía y fe me ha apoyado incansable y desinteresadamente; y que es el "espíritu" que hay detrás de muchos de mis artículos. Ella es una pieza clave en toda esta empresa personal de la escritura. Sin ella, y sus "pataditas en el culo", muy poco hubiéramos podido alcanzar. Gracias Montse. ;)

También estoy agradecido a Angela Vallvey, http://www.angelavallvey.com/, admirable escritora española que me motivó para seguir escribiendo "tu blog es una ventana abierta a una Lima viva, que sorprende porque despierta curiosidad". El enriquecedor, nutritivo y dinámico taller que llevamos y sus palabras de estímulo así como su ejemplo personal, fueron otro motor para seguir en esto. Gracias Angela. ;)

Tampoco puedo dejar de mencionar a Celeste Viale, directora del Centro de Formación del Teatro de la PUCP, y dramaturga peruana, creadora entre otras obras, de la «saga teatral» "El zorrito audaz". Ella fue otra de las personas que con sus consejos, sus correos llenos de entusiasmo, fuerza, y mucha dirección motivaron también el escribir, cuando yo era un jovencito -irónicamente algo «tímido» de entrar a este maravilloso mundo- (porque aquí revelaré un secreto, antes yo estaba en otro mundo, -no, no, no es el mundo bohemio, ese no-, estaba en el mundo de la empresa neoliberal, de la globalización, del alcanzar objetivos empresariales ayudando a liderar como un capataz moderno a mi jefe que para lo único que vivía era ser esclavo de un sistema que a mi no me satisfacía). Pero la empresa y la dependecia, fue una etapa en mi alborotado vivir.

Y bueno, luego de esta pequeña reseña-exposición y gran alegría por superar las cincuenta mil visitas, sigo invitando a todos mis amigos, a todos los cibernáutas, a encontrar un espacio, este espacio, diferente, alternativo, y como Libertad, "Simple", donde todos podemos opinar.

Un saludo a todos y de hecho ¡¡¡Salud!!!

Espero sus comentarios!

Pablo

 

27 en el 2007

27 en el 2007

Esta es la primera vez que escribo un artículo con el título ya en mente. Y es que en esta ocasión fue casi una revelación.

Por lo general yo tengo una manía inversa al escribir. Es que medio mundo de mis amigos apasionados por este arte de la escritura, me comentan que ellos primero ponen el título y que luego comienzan a darle duro a la pluma o el teclado. En mi caso es todo lo contrario, yo primero escribo, escribo, escribo -incluso en papel sanitario, sobre todo mis alborotados sueños, que van en la sección "Sol Negro" de este blog- y luego pienso en un título idóneo para lo que ha salido de mi. Bueno, esa es mi manera de escribir, de expulsar mis demonios, de satanizar mis ángeles, o sin ser muy metafórico ni darme de artista-bohemio-soñador, sino esa es mi manera de simplemente hacer lo que me gusta, escribir. Y en este arte, como en muchos, se aplica eso de que cada cual sabe como mata sus pulgas.

El punto es que efectivamente, el destino vuelve a confabular y aquí me tienen luego de muuucho tiempo. Perdón por la ausencia, pero la actividad en las tablas me ha tenido más que contento y realizado. La felicidad cuando llega, es como una fuente desbordante de alegría y emoción y que no la pare nadie ;)

Hacen eco en mi mente las palabras del profesor Alonso Alegría, cuando una vez le escuché decir: "Para hacer teatro hay que estar loco". Y efectivamente, él sustentaba fehacientemente esa posición, que realmente tiene mucho de verdad. Es batallar contra molinos de viento, es lanzarte en una empresa donde la mayoría no cree en ti, y los que sí creen lo hacen con una mirada noble y romántica y dándote una palmada en el hombro como diciendo "¡ojalá tengas suerte!". Es creer en tus sueños y darte cuenta que tus bolsillos te hacen ver la tierra gris, antes que el cielo azul. Aunque aquí en Lima, el cielo y la tierra parecen tener el mismo color, e incluso el aire, pero ese es otro cantar. Ustedes saben a que me refiero... En fin.

Este año 2007 que ya se va, me ha traído muchas grandes satisfacciones. Y entre ellas me trajo los famosos 27! Increíble pero cierto.

Tenía miedo, mucho miedo, lo reconozco. Como quien está ante su primera vez. Como quién dará a luz tal vez. ¡Es que los hijos cuestan! Y es que estos miedos que tengo, estoy seguro me seguirán eternamente. Porque si de algo estoy convencido es de mis incertezas, de mis miedos, de mis limitaciones. Lo que no impide -ojo- que pueda tener una honda certeza (soy muy acertivo como lo saben), una gran seguridad (eso es lo que proyecto) y llegar a ese "el cielo es límite" (que algún día se dará) venciendo así mis propios obstáculos. Esa es la idea.

Este año el proyecto que dirigí «Cuenta Cuentos Las Mil y Una Noches» http://cuentacuentoslasmilyunanoches.blogspot.com/ cumplió 27 presentaciones. (El enlace es altamente recomendable, tiene vídeos, fotos, info, todo lo requerido al proyecto, y desde aquí nuevamente mi gran agradecimiento a cada uno de los que hicieron posible todas las funciones). Y hemos hecho de todo un poco. Como lo dice mi gran compañera Ana Rosa "... Y así continuamos hasta hace muy poco con nuestras presentaciones por cumpleaños, graduaciones de nidos, navidad, hasta celebramos primeras comuniones y le contamos cuentos árabes a familias judías, jajaja." Me gusta mucho eso de contarles a otros lo que no es de uno. Expandir y a la vez unir.

Entonces, el día de hoy, siguiendo lo cabalístico-extrañamente-misteriosa-coincidente-y-anecdótica que son los hechos en mi vida, he decidido publicar los 27 del 2007.

  • 2 funciones en el CC España, las memorables y emblemáticas
  • 1 función en Mochileros Bar, la versión a contar a los juergueros ;)
  • 1 función de cumpleaños en Surco
  • 8 funciones  (sábados y domingos de julio)  Temporada Mocha Graña
  • 1 función en la Comunidad Judía - Sinagoga 1870
  • 8 funciones  (sábados y domingos de setiembre)  Temporada San Isidro
  • 1 función en el colegio Franco Peruano para el Dia del niño
  • 1 función en el Hotel NM Lima para la Primera Comunion
  • 1 función en el Megaevento del Colegio San Antonio ;)
  • 1 función para la Graduación de los pequeños del Kinder en Surco

No está nada mal como proyecto inicial desde que me decidí a apostar por el teatro y el arte. La recompensa ha sido más que generosa, y ver tantas caras felices no se puede muchas veces describir. Es cierto eso que uno a veces se queda sin palabras eh? Me siento sanamente orgulloso, y muy feliz también de trabajar con gente tan buena, capaz y talentosa. Un aplauso a cada uno de ellos. Se lo merecen.

El teatro demuestra que el trabajo en equipo es una de las cosas más bellas que el ser humano puede hacer y que los sueños sí pueden ser posibles, incluso en medio de tanta incerteza y poca fe de muchos.

Pero ahora es momento de celebrar estos 27!

Saludo por ellos... Y Gracias... totales!!! :)

Con aprecio ;)

Pablo

 

 

Generando Impulsos...

Generando Impulsos...

Escribir para mí es un placer.

No lo hago por responsabilidad, tampoco porque me lo exige determinado público o algún medio, menos porque quiero demostrar algo ante el mundo, ni porque me paguen, simplemente lo hago por placer y porque se vuelve una necesidad en mí. Es como ir al cine o al teatro. Yo voy al cine a disfrutar una película. Al teatro por un gran amor que tengo a este arte, que es alucinante. Conclusión: voy por placer, escribo por placer. Eso es todo. Sí, puedo parecer simple y hedonista, pero es la pura verdad.

Muchos tratan siempre de encontrar respuestas donde no las hay. Me incluyo. Eso me ha pasado, me pasa y seguro me pasará. Somos humanos. Simples humanos, de carne (carne sobre todo) y hueso, unos carnívoros, otros hervíboros -estos son los más complejos-, y algunos omnívoros. (Léase el metamensaje, por favor y compárese son artículos pasados. Echar vistazo más abajo a "El perro y la M").

Pero una de las cosas que puedo «autorescatar» de esta forma natural mía al escribir, es el impulso que esto genera en el otro.

Es agradable recibir comentarios. Pero más agradable aún, para mí, es generar un impulso en un tercero, y mejor aún si no le conozco. Eso es valioso. Yo me siento contento con que la gente me lea, (el contador de visitas de mi página crece a ritmos distintos, pero avanza; en un año y medio va por los treinta tres mil lectores, -para muchos será poco, para otros bastante, pero algo es algo dicen-). Pero, lo más rescatable, es este generar impulsos. Me explico.

Que a uno lo lean, (soporten, aguanten, se enriquezcan, o despotriquen -usen el término que quieran-) eso ya es bastante. Pero lo que es mucho más valioso para mí, es que a uno le respondan. Eso es un «plus» adicional que mucho dice de quien escribe. Porque se está dando la comunicación, se está generando una respuesta en el otro, y se está tocando alguna fibra que hace que un salga un impulso. (Porque por lo general la gente no tiende a responder demasiado).

Entonces, bajo esa lupa, yo no sé «si la hago», «si no la hago», como dice alguien por ahí, o «si soy maduro, o inmaduro» como alguien que parece me conoce demasiado lo comenta también. Tampoco la idea es darle demasiado importancia a lo poco importante. Porque «veganadeces» a parte, siempre hay que seguir. Solo que ahora soy yo quien siente el impulso.

Lo que sé es que soy feliz. Solo eso. Y más feliz que mi artículo "El perro y la M" siga causando la sensación que causa, ¡¡¡hasta ahora!!! (Que me hacen sentir importante eh?). Entonces, ese artículo creo que merece algún premiecillo por ahí. (Seguro alguien me hará llegar algún presente). Es que donde saca tanta roncha entre algunas comunidades, asociaciones -hervíboras sobre todo- individuos en solitario, de a pie, que, según mi punto de vista, no saben leer, algo debe tener dicho texto. Creo que los hervíboros, y algunos omnívoros, saben descifrar los códigos escritos, las palabras que cuando se juntan las letras de un abecedario forman, pero de lectura, o mejor dicho de comprensión de lectura, como que algunos me dan entender que a veces falta. O quizá es todo lo contrario, yo no sé escribir. Esto es lo más probable. Snif, snif.

Si es lo segundo, pues tengo entonces una gran e inmensa fe en mi mismo. Eso también es rescatable. Porque las entrelíneas creo que algo dicen. Siempre hay que ver más allá. Leer con calma, no a la volada -como estos tiempos cibernéticos nos lo quieren exigir-, no dejarse guiar por comentarios de terceros, y sobre todo, sobre todo ser feliz. Ser feliz dando lo que uno pueda dar. (Si algo puede dar). Lo mejor de sí sobre todo. Y como decíamos, -hay que ser redundante en esto-, «No hay que darle importancia a lo no importante». (No lo he hecho en buen tiempo, hoy tengo ganas de hacerlo. Me han generado un impulso).

Pero bueno cada cual es libre de opinar lo que quiera, para eso he creado este blog, y ha funcionado. Ha sido un éxito escribir, que me lean y sobre todo que haya "generado impulsos". Agradezco a todos, -hervíboros incluídos, son los más preciosos del planeta. ;) -. Pero fiel a mi sentir, seguiré para bien o para mal (mala comprensión de otros), escribiendo cada vez más.

Viene a mi mente, no sé porque extraña -o clarísima- asociación, aquella célebre frase, (y no se me ofendan porfa, que va con todo el cariño del mundo, -léase, léase con afecto y con muchas entre líneas y con verdad sobre todo-), esa frase que la aprendí de esta admirable mujer, Angela Vallvey, quien la sacaba de una película de Clint Eastwood "las opiniones son como los culos, todos tenemos uno".

Un abrazo,

Pablo

¡Bienvenido 2007: Este es el maravilloso Perú!

¡Bienvenido 2007: Este es el maravilloso Perú!

Recibir el Año Nuevo esta vez, fue muy especial. Diferente.

Este ciclo que se inicia no podía ser más dual que el que me ha tocado vivir, por las dos partes que les contaré. La primera parte: la bella, alegre, mágica y sensible; la segunda, que simplemente todos los días no se celebra lo primero. Es decir, en buen cristiano, poner los pies en la tierra. La realidad, tal cual.

Pero vayamos por partes.

Lo pasé en la playa. En el sur de Lima. En el depa junto al mar de unos amigos. Un lugar muy bonito -el depa y la playa-, una cena muy agradable, comida francesa exquisita, un calor humano de primera, y mucha alegría toda la noche. Comenzamos muy temprano nuestra celebración y recibimento, desde las seis de la tarde de la víspera.

Cada año suelo programar que el despertar del siguiente sea distinto, creativo; y esta vez, sin darme cuenta, nuevamente de modo hasta inconsciente, se repitió la variación. ¡Muy contento de que fuera así! El destino como siempre, me da sus palmas en el hombro y se pone a mi favor. ;)

En el transcurso de las horas, fueron llegando los que faltaban. Eramos un grupo pequeño y especial, con una energía muy vital. Para salvar las identidades -que tanto me han pedido, al menos una de las menores "Pablo, no vayas a decir mi nombre eh? Porfa..."-. Seré genérico. Los menores del grupo -No, no, esta vez no era yo-, eran dos niños y dos niñas. Luego los mayorcitos, ahí sí que era el menor. Jeje. También era super enigmático ese detalle en las cosas y situaciones que a veces puedo ver, el número de personas reunidas. Siete. Como el año a celebrar. Como el año a recibir. Siete. Como mi propio día. Como mi vida tal vez, o lo que aspira. Siete que hacíamos como setenta. No sé. La pareja de esposos del depa (ella peruana, él francés), otra pareja más (ella peruana, él argentino), -a las peruanas le gustan mucho los foráneos, parece, jeje-, también estaba una bella comunicadora que anda entre Lima y Madrid, una psiconalista encantadora y nada más ni nada menos, que quien viste y calza, quien escribe. Nadie más. El grupo perfecto para pasarla bien. Charlar de todo un poco, cantar a dúo en la terraza bajo el cielo estrellado, bailar, danzar, comer -¡no hay como este arte y este placer!-, divertirse. Simplemente saber ser hedonista en el momento indicado.

Cuando dieron las doce, -es inevitable para mí-, ¡a meterse al mar se ha dicho! Y como pez en el agua, -algo contradictorio según algunos astrólogos-, (debería quedarme solamente cerca a la fogata dicen), ingresé a ese espacio místico y maravilloso que es este inmenso elemento. Solo aquel que entra con fuerza, ganas y mucha integración al mar un fin de año, a la medianoche puede entender a plenitud el placer incomparable que uno logra sentir. El acto simbólico de las velas fue fabuloso, el morir y el renacer. Simbología. Sin olvidar la rueda de la fortuna, la vida es así una rueda llena de fortuna y ciclicidad.

No dormí mucho aquel día. Solo un par de horas. De dos y media a cuatro y media. No dormía no sé porqué: la mágica fuerza que te da la tercera edad de la juventud, la vitalidad del momento o quizá el querer prolongarlo, el estar en armonía con el universo en una noche como esa, o simplemente que no tenía sueño. Al avanzar los minutos pude ver el amanecer. Bello. Hermoso. Maravilloso. Como cualquier amanecer realmente, si es mirado con atención y meditación. Aunque siempre con esa bruma limeña rondando que nunca desaparece, queriendo aguar las cosas. Pero igual es imposible aguar lo bello. Hasta la bruma se hace bella.

El momento mientras la naturaleza despertaba, estaba sentado a solas en el balcón, viendo las casas blancas del balneario, viendo toda la inmensidad del mar demostrando su fuerza majestuosa con las olas sucesivas que venían una tras de otra a distancias equidistantes y en grupos, con el cielo cambiando de colores, fue un momento único, precioso. Pero repetitivo como cada amanecer que no vemos ni admiramos. Entonces, no pude esperar más, y otra vez a introducirme en esa masa acuática. Otra vez dentro de un mundo que no es el mío. Me acerqué a la orilla, descalzo. Veo a mis alrededores, y la bruma está desapareciendo lentamente para instalarse en un cielo gris que espero el sol logre vencer. Miro a todos lados: no hay ni un alma. Estoy solo ante la naturaleza. Yo y ella. Tu y ella. ¿Qué hacer? ¿Qué haces? Lo único que queda es desnudarte e ingresar. Nada más. Una lucha total, una fuerza imperante en ambos. Fogosidad dentro del mar. Una relación. Fue también místico y orgíastico.

En la tarde portarse como un buen playero, intentar colorear la piel, nutrirla con un poco de calcio, distraer la vista también, y al fin disfrutar de un sol abrazador (con "z", un sol que abraza) y de otro sol abrasador (logró vencer esta vez la neblina limeña por fin). Pero como todo en la vida acaba, incluso el amor dicen, esto tiene que acabar y recién me doy cuenta que en mis ensoñaciones pensaba estar en una isla paradisíaca de Centroamérica, o en Ibiza, recuerdo que estoy en el Sur de Lima Perú, en el Km 42.5, Pulpos. Como dice aquella canción de rock nacional "El sol se marcha, la gente se quitó". Entonces, me toca irme.

Y pongo los pies en la tierra.

No tengo carro.

La autopista estará hecha un caos terrible por este día. Las combis asesinas al acecho, con sus tarifas sobrevaluadas. Tengo que hacer cruzar a una paisanita, que se aferra a mi abrazo por temor que la aplaste alguna combi de estas. Cruzamos. Me agradece con una sonrisa, o agradece al suelo porque no me mira. Se va. Veo el panorama de norte a sur, una carretera de solo dos famélicos carriles, y a los costados pura tierra como queriéndosela tragar. Un montón de gente queriendo entrar en lo que venga. A luchar por los asientos. Aquí no hay reservas, aquí no hay colas. Aquí hay multitudes. Agresividad. Criollada. "Quien adelanta gana".

Algunos los dejo ganar. Las combis están repletas y saturadas. Que vayan ellos, yo puedo esperar. Son las cinco y media de la tarde, hay luz aún. Pero no. Pasa el tiempo, y la gente impaciente, como un solo hombre se lanzan ante la combi que viene. Como pirañas para devorar los pocos milímetros sobrantes en cualquier combi. Como decía una de esas cadenas: "Si quieres sentir el aliento de otra persona en tu hombro, si quieres sentir su cuerpo como toca el tuyo, si quieres sentir toda la corporalidad rompiendo tu espacio íntimo y natural, viaja en combi!" Verás que la experiencia puede ser, incluso, sexual sin serlo.

Hasta que por esos designios de la vida, el destino se manifiesta y aparece una combi. Vieja. Fea. Destartalada. Parece pirata además. Debe serlo, porque está vacía y su color no es de las que están registradas a circular. Todos, corremos para alcanzarla. El cobrador con cara de pirañaza brava, de reo recién salidito, ya nos ha anunciado con una voz de bajo, mortecino; amenazante e inexorable: "Cinco lucas hasta lima, chocherita". La multitud me gana, todos pueden pagar, todos quieren salir de ese desierto que es la carretera y llegar a Lima antes que oscurezca, suben apretujados, y creo que los asientos se van a acabar; pero alguna extraña habilidad que debo poseer hace que logre ingresar, y pueda coger uno de ellos. De los asientos.

Dentro de todo, para venir del Sur, un primero de enero, me siento privilegiado. Voy sentado como un rey. (Aunque sea en un asiento que parece para un par de niños de cinco años. Esta debe ser una combi hecha en Corea o esos países donde a todos los ven igualitos, chiquititos y jaladitos). Eso ya es todo un privilegio, venir sentado. Aunque a mi costado derecho junto a la ventana hay una paisanita que habla con su acento y que está con sus paquetes atiborrada de plantas y bolsas. Miro a mi derecha, pasando el pasillo de pasajeros y hay otra mujer, su hermana. Gorda, salamera, risueña. No entra en el asiento, media nalga se le cae, intenta ubicarse bien y lo logra. También con sus flores y paquetes. Me siento entonces entre tantas plantas, como un clavel entre dos rosas.

El carro arranca. Por fin. Vamos a ciento veinte en el primer carril derecho de la carretera. Aquí todo está permitido. Y no importa, todos llegaremos ante ella. Lima, la de todos. Avanza, y empieza a correr. Estamos en la carretera y sobretodo, -sobretodo- en el Perú. Aquí nuestra máxima es: "Todo es posible". El cobrador ex presidiario, inmediatamente, empieza a cobrar los famosos cinco soles. Las hermanas reclaman, que ellas sólo van hasta Atocongo, al menos una luca menos. El cobrador con la mirada las intimida. Ellas pagan no más. Y todos pagamos. Y todos muy muy apretujados, como los espárragos en un envase, vamos confiados con la tranquilidad que llegaremos a nuestro destino.

Pero en el camino, apenas a los diez minutos de soportar olores, humores, y profundas sensaciones, plop, ups, ches, una llanta delantera -como un globo hincado por una aguja- se desinfla. Tamare. Ajo. Erda. Las hermanas, se ponen nerviosas, quieren bajarse. Los gays que están exactamente en la fila trasera quieren armar chongo. La pareja detrás nuestro con su bebe en brazos están fastidiados. Los que están en el pasillo, algunos aprovechan para bajar, los que se quedan pueden soltar por fin sus cuerpos. Muchos murmullos de todos. Murmullos al aire -nunca al ex presidiario-, cuchicheos que algunos lanzan. "Que deberían prever esto", "Que no vamos a llegar", "Que mejor devuélvanme mi plata". Y similares. Pero nadie puede protestar mucho tampoco y bajarse indignado, porque no hay combis así nomás en la carretera, y vacías sobretodo.

Entonces hay que cambiar la llanta.

El chofer se baja para él mismo hacerlo. Un hombre con cara de provinciano, de un metro cincuenta. No dice nada. Muy práctico y decidido sale para hacerlo. Obviamente, en plena carretera, donde todos quieren salir del sur y regresar, no tiene tiempo ni necesidad ni idea de poner señalizaciones para hacer entendible a otros conductores lo que pasa. Eso aquí eso no existe. ¿Para qué es ese triangulito color rojo? No, no, ahorita mismo yo lo hago, más vamos a perder tiempo poniendo esas cojudeces. Los autos van y vienen y ninguno se detiene. Corren veloces, como en una carrera contra el tiempo. La llanta delantera que se ha pinchado, está en el lado izquierdo. El chofer va ahí, se agacha a cambiar la llanta y cuando lo logra, cuando ya ha terminado, en un instante imprevisto, ¡zaz! ¡mierda! ¡chucha!, otro de esos locos del volante, -pero no de combi- que iba en el carril segundo, arrolla al joven provinciano, lo tumba, y con sus llantas pasa encima de su pierna derecha.

La gorda de la nalga sobresaliente es una nerviosa en potencia. Se pone a gritar con su voz aguda haciéndonos a todos la situación superdramática e insoportable. Chillando como una enferma. Se levanta en su propio asiento. Se vuelve a sentar. Se levanta, se sienta. Mira para todos lados. Saca su regordeta cara por la ventana. Se le atoran con los cabellos alborotados. "Dios mío, Dios mío que ha pasado. Lo han atropellado, lo han atropellado, el carro ese le ha chancado, a lo mejor le ha matado. No, no, no. Ay Dios. Ayúdenlo. Ayúdenlo". Gritando como loca dan ganas de darle un par de bofetadas, porque todos estamos muy tensos. Una mujer le dice muy calma "¿Puede callarse por favor? A todos nos tiene nerviosos. Cállese". No escucha.

Un par de pasajeros solidarios suben entre brazos al chofer que no puede caminar. Son torpes para traerlo. Le hacen espacio, pero todos quieren ver. Morbosos. Lo ponen exactamente delante mío. La otra sigue con su voz de plañidera norteña y cada vez más aguda, como llorando a un muerto. "Ay Jesús, al menos está vivo, hagan algo, llévenlo al hospital, no se mueve, no haga nada". Estoy a punto de gritar a esa mujer. «¡Cállate vieja de mierda!» El accidentado no menciona ni una palabra. Uno de los gays, se acerca, "soy médico, déjame ver tu pierna, le levanta el pantalón y todos los mirones como un solo hombre zum estiran sus cuellos y torsos para ver, sólo no te muevas y tienes que estar en reposo absoluto. Eso es todo". Como si con esas palabras el asunto se arreglara. Y yo ahí mirando todo idiotizado, sintiéndome cómplice con la masa que hace nada.

El conductor del carro que lo ha arrollado se ha detenido unos cincuenta metros adelante. Pero no por compasión ni cargo de conciencia. El carro está ahí. Mal estacionado además, en diagonal entre la tierra. No sale nadie. Seguro espera que vayan hacia él, sino se las pica. El cobrador expresidiario, antes que eso suceda, va para exigirle cuentas. Pero regresa enfurecido. El hombre está borracho y ha perdido la conciencia. Nadie ni nada en ese instante lo puede hacer volver a la realidad.

Entonces, un patrullero que por ahí pasaba. (Esto es muy importante enfatizar eh? Nadie lo llamó, nadie, -a todos nos consta-, sino que un patrullero que por ahí pasaba), trató de poner orden a la cosa. Al verle la cara al cobrador, lo trató muy despectivamente. ¿Permiso para la ruta? Silencio. No hay porque son piratas. Luego unas palabras. Es que jefe uno tiene que ganarse la vida, comprenda pe. Continúa la autoridad. ¿Licencia de conducir? Nuevo silencio. Esta vez absoluto. Oiga, ¿usted no tiene brevete? ¿El accidentado, el chofer, su licencia de conducir? El hombre mudo. No dice nada. El cobrador responde por él. Jefe, no puede decir nada porque es mudo. Todos se sorprenden. ¿Pero no tiene licencia? No jefe, tampoco tiene. Huy carajo, aquí hay que arreglar la cosa. Uno de los pasajeros, el médico, que estuvo presente en ese diálogo, ingresó a la combi y dijo "Bajen todos, que se les dará dos soles a cada uno". Las hermanas indignadas. A la voz de soprano, le salió una coloratura: "¿Dos soles? ¡Esto no puede ser!" Los gays gritaron en coro "Oh no!". La pareja con el bebe, no sabían que hacer, con dos soles cada uno nunca llegarían a su destino. Todos, el resto, rodearon al expresidiario, confundiéndolo, para exigir su dinero. Nunca faltan los vivos a río revuelto ganancia de pescadores. Alguien decía, Cuiden sus cosas, sus bolsillos. El policía amedrentaba al cobrador "Ya atiende a la gente no más, devuélvele su plata y no te hagas el vivo, que luego tienes que vértelas conmigo" Y el pobre chofer con la pierna mal, sentadito como si con él no pasara nada. Todo un estoico digno de imitar en la misma situación.

Miré la carretera, vacía, peligrosa, y empecé a caminar rumbo al primer puente que encontrara. Atocongo. Un lugar peligroso. Mi ropa llamativa, mis zapatillas azules, mi mochila de marca bastante pesada eran muy atractivas para cualquier dueño de lo ajeno. Avancé con rapidez y comenzó a oscurecer. Y mientras se repetía el ciclo inverso que miraba en la mañana con mucha contemplación y casi en éxtasis en el balcón blanco -de losetas claras bellamente colocadas y con barandas de bambú y puertas corredizas de vidrio- del depa de mis amigos, recordé que ni loco podía darme un momento de ensoñación. Caminé a prisa. Cinco minutos. Ningún auto se detenía. Botado en plena autopista. Por fin, llegué al puente. Tomé un taxi, y recordé. Estaba en el Perú.

 

Más feliz que nunca... (¡En la tercera edad de la juventud!)

Más feliz que nunca... (¡En la tercera edad de la juventud!)

hoy el tiempo y el destino me han hablado extrañamente. me han hecho recordar mi adolescencia, han hecho que regrese a la mitad de mi vida. aquellas épocas llenas de mucho idealismo -que aún conservo-, de mucha pasión -que también conservo-, de mucha fe, de mucho creer -que renacen poderosa y fuertemente cada día-.

hoy salí a encontrarme con terceros. como buenos peruanos, llegarían tarde. y seguramente, yo, como mal peruano, llegaría temprano. y así fue, llegué puntual, pero ellos no estaban. no obstante, estaba otro grupoque me esperaba, inmenso, mágico e impresionante -y olvidado también- : una feria popular de libros. sin poder contra mí mismo me dejé llevar, y era imposible no seguir el coqueteo que me mostraba el primer libro con el que me topé, fue... sí, tengo que decirlo, que de lo poco que he leído, (porque el conocimiento es tan amplio e inmenso y tan misterioso e infinito) de los grandes y nóbeles incluso que he vivenciado, éste para mí-, tiene una fuerza, un amor, un sentimiento muy personal y muy grande.

llegó a mis manos por primera vez media vida mía ya vivida. era un crío adolescente con mucha pasión por la vida misma. mi hermana mayor -tiene sus ventajas ventajosas ser el menor- me lo trajo, "el protagonista se parece a ti, hasta por el nombre, y con las ideas que tienes en la cabeza, debes leerlo" . en inicios de los noventa, ya la literatura rusa no tenía mucho auge, -en lo que respecta a lectura (y cada vez el auge es menor)-, como sí la tuvo en los setenta y ochenta de mi niñez. (de muestra están mis tíos lectores). no sabía que éste libro, editado más de cuatrocientas veces, y traducido a setenta idiomas (y éstos son datos de 1970 eh?, cómo será ahora, no lo sé), se convertiría sin darme cuenta en una obsesión para y con la cultura rusa. pero así como llegó a mis manos tuvo que irse, iba por la mitad de conocerle, y mientras mis lecturas se cruzaban con mis estudios perseguía con pasión la vida de pavka korchaguin, pero un día desapareció de mi estante de libros. tenían que devolverlo, o mi hermano se lo llevó, nunca supe cual fue su destino, por más ruido que hice para saberlo. me quedé con el sabor de una historia inconclusa. lo busqué por diversas librerías y nadie lo tenía, nunca más supe de él.

pasaron cinco años -como diría lorca también- y en la universidad conocí al hijo de un socialista que había viajado mucho, y leído más. nos hicimos amigos, y un día en su biblioteca, lo ví, o él me miraba a mí. eso era lo más probable. no sé si serían los tragos o los estragos, aunque siempre me he jactado de mi buen beber y resistencia. y ese día me lo traje a casa, -como a escondidas-, porque el padre de mi amigo era muy celoso con sus hijos impresos. retomé la lectura de la pluma de nikolái, y lo recuerdo más porque por esas fechas conocí a un pianista canadiense, llamado del mismo nombre. tiempos aquellos, donde mi sensibilidad era tan ingenua y tan fuerte a la vez. tenía -como ahora- mucho, mucho por descubrir. pero el tiempo siempre parece ganarme, apremiarme, y esa vez no fue contemplativo, el padre de mi amigo se dió cuenta que uno de sus hijos faltaba y otra vez a tres cuartos de la historia y el desenlace final, tuve que devolverlo. aún no sabía mentir.

han pasado nueve o ya diez años, (ya con el tiempo pierdo las nociones). más aún recordando que cada siete nazco otra vez, como hoy. y hoy, mientras esperaba a los buenos peruanos, lo ví ahí, en esa feria, mirándome a los ojos, y diciéndome, "llévame, esta vez soy para ti". era el mismo de siempre: editorial progreso, tapa dura, papel grueso, fondo crema con líneas rojas resaltando un marco de una imagen a modo de ícono marcial con una estrella en la armadura. el mismo de siempre, y ahora a la tercera vez, sería mío. "así se templó el acero..."

lo tomé entre mis manos, edición original porsupuesto, seguro que años que no lo abrirían, y caería en esa feria de algún decepcionado o mercader de libros. no lo sé. tampoco sé porqué, pero pensé que sería incluso el mismo libro que cayó en mis manos por vez primera cuando mi hermana me lo dió. lo abrí, y dentro tenía una receta médica, el papel ya amarillento por el paso del tiempo o por su ausencia, con el nombre de una farmacia ya inexistente. luego, seguí hojeando y me tropecé con otro papel, más amarillento aún, que dejaba su huella en las hojas blancas al sacarlo de su sitio, "comunicado del sindicato de trabajadores mineros de milpo", al ver eso, pensé "es más probable, que justo este libro no sea el primero que llegó a mis manos, sino el segundo". sea de quien fuera, lo tenía ahí, en mis manos.

en épocas de la globalización hay que negociar. y lo negocié, como vil mercancía, lo cambié por otro papel impreso, de un valor irrisorio por su contenido. ahora, como aquel niño egoistón, de lazzy town que canta "el techo y el cielo es mío", ahora sí que "así se templó el acero" es mío, y va como regalo hacia mí mismo para este nuevo ciclo de la verdadera tercera edad, pero de la juventud. ya luego, en un breve futuro -aunque no soy de comentar libros (en tal caso hacer una historia con ellos mismos)-, cuando termine de leerlo -espero que esta vez no pase nada, ni tenga que esperar lustros más, lustros menos-, daré mi comentario respectivo, por ahora a disfrutar de esta lectura apasionante, y que regresa a mi vida a decir algo, entre tantas lecciones, de hecho, seguro a cómo templar el acero -a lo que agrego- con fuerza, belleza y felicidad.

un abrazo a todos, y feliz cumpleaños!

pablo

«Esos ojos negros»

«Esos ojos negros»

La música tiene un sitial muy grande en mi alma. Llega a ser el lenguaje de los ángeles, como también en otros casos el susurro de los demonios. (Esto es mío. No te lo piratees eh?, Jeje). Los que me conocen saben de mi "libertinaje" para con este arte, perreo incluído. La música es todo un universo que toca fibras difíciles de describir con palabras. Justamente, por ser otro arte, las palabras faltan y/o sobran.

Recuerdo muchos temas musicales, y algunos marcan etapas en mi vida. Es lo común, a todos nos pasa. En la voz de Agnetha diríamos "Thank you for the music, for giving it to me". Mas aún cuando son obsequiados -y al tener una sensibilidad particular para con ellos al recibirlos- interna sobre todo, difícil de comentar. Sensaciones que se traducen en y por el contexto: de quién viene, el momento, el tema en sí, su letra (si es que lleva alguna), tienen un valor agregado al arte mismo de la música. Incluso en el género que sea (otra vez perreo incluído). Porque las emociones están y son en todos los seres humanos. Porque a todos nos toca vivir similares circunstancias -de fondo- en entornos muy diversos y antagónicos.

Pero también este valor agregado -el momento mágico, el calor de la amistad, una bonita cena, una alegre juerga, un posible romance, una noche especial, etc, etc, etc- puede ser altamente decepcionante, y hacer que hasta la más bella melodía o balada pegajosa ya no tenga el sabor inicial con el que llegó. Cosa que reconozco muy poco me ha pasado. Gracias a Dios, siempre los temas musicales han llegado en un contexto prácticamente mágico y sorprendente. Es mi suerte. Por eso esta vez, por ser algo inusual en mí, esto que me ha pasado, por ser algo novedoso -en mi vida (hay que recalcar la aclaración)-, lo comento. Quizá para ti, quizá para medio mundo es lo habitual. No lo sé. Las historias están por todas partes.

Todos los temas musicales que adoro tienen una historia muy particular. (De paso también lo cuento, para alimentar el morbo de todos mis amigos "lectores vouyeristas" que les encanta nutrirse de lo que llenan sus ojos e imaginación con mis palabras. Eso ellos mismos me lo han dicho. No se preocupen, yo soy uno de vosotros también. Solidarización total y pocas meas culpas, porque estamos en el mismo barco. Todos tenemos de todo). He aquí la historia:

Esos ojos negros

(Diego Vasallo)

Esos ojos negros, esos ojos negros

no los quiero ver llorar

tan sólo quiero escuchar, dime

lo que quiero oír, dime

que vas a reir, dime

dime ahora que duerme la ciudad.

Un tema que me cautivó cuando lo oí por primera vez. (Duncan Dhu, aquel personaje de Stevenson). Con ese sabor de intimidad fraterna, de apoyo en el hombro o ¿en el hombre? (no sé si se apoyaban en mí más bien), y lo más importante de esperanza que uno muchas veces necesita. Sí, mis ojos tal vez estaban llorando sin darse cuenta, y en esos instantes necesitaban de un oído atento, de esos que ya no existen ni se ven. De esos que el egoísmo aún no ha hecho mella alguna. Osea de esos que ya no hay.

Es entonces cuando en este transcurrir del día a día, con este comunicarme con medio mundo, aparece de la nada, sorprendente y misteriosamente David (Léase por favor con un huachafo pero simpático acento pseudo greengo: téivit, algo asi, más o menos). Luego de unas cuantas conversas, me regaló este tema musical «Esos ojos negros». Me sorprendió de por sí el acto generoso de dar. De él. Porque yo, como dice Blanche, aún "creo en la bondad de los desconocidos". Pero. Pero. Pero él no parecía a primera vista -por sus actos-, alguien precisamente generoso, sino más bien devoto de la virgen del puño, pequeños detalles me lo decían. Prejuicios míos probablemente. Tal vez. Tal vez. Y por muy trivial, banal, irrisorio y anodino, -para muchos- que pueda parecer el segundo siguiente comentario, en ese momento sí era importante: decía ser del signo Leo. Cosa que dudaba mucho por su manera de ser. Un leo siempre se distingue por otros detalles. No importa incluso que tenga esta forma tan delicada que colindaba con un exceso de amabilidad pareciendo el amaneramiento de Valdelomar, porque al final de cuentas, si era Leo, un león es siempre un león. Hasta en su diminutivo, un leoncito siempre es un leoncito. Incluso en la tan alturada Suiza francesa. Pero bueno, él decía ser un león, yo lo dudaba, pero a modo de voz de conciencia, me repetía ante mí mismo "Pablo, tu «olfato» es vulnerable, puede fallar", no hay que ser tan desconfiados. A lo mejor sí es leo y no es tacaño.

Luego, este extraño dizque león se mostró: desgarbado, con los cabellos alborotados, y empequeñecido, con una sonrisa muy amable, pero escondiendo los más oscuros y fogosos deseos que no podía tapar tan de buenas a primeras. Cuando fui a darle el encuentro en el hotel, y me di cuenta de lo ingenuo e inocente que un verdadero leoncillo, como Simba, puede ser. Su sonrisa era otra, demasiado fraterna, tal vez quería ver "Esos ojos negros", pero yo no estaba llorando, y tampoco necesitaba un afecto que él quería proponer. Porque me di cuenta que era nada más y nada menos, un perro. No sé si en el zodiaco tradicional habrá un perro, cabras sí que las hay, aunque en el chino el perro es recordado. Pero este tío, era cualquier cosa menos un león, era un perro, o una cabra. Luego lo confirmé.

"Los perros" -cuando se usa este sujeto aplicándose a los humanos masculinos-, tienen una connotación poco amable. Son los sucios, los obcenos, los lujuriosos incluso. Pues nuestro amigo téivit, lo era. En un breve segundo, al sentarse demasiado cerca a mi persona lo presentí; al ver esa sonrisa de extraña complacencia achinando los ojos cada vez más, y demostrando sin poder ocultar el deseo latente en él. Salté como un resorte de aquel sofá, y le pedí usar el computador portátil. (Ese día no sé porque, pero estaba fastidiado. Hay días que a uno no le sale nada bien y uno está un poco perturbado, y encima como para rematar la cosa, viene una versión burda y chabacana de "Una propuesta indecente". Sí, como me lees, dejó un fajo de billetes en una mesita, antes de ir al baño, -no era un millón de dólares, pero algo había- de verdes y jugosos billetes, ofrecidos como una generosa recompensa. A buen entendedor pocas palabras. (Ahí sí parecía ser generoso, o tal vez quería probar no sé qué cosa).

Vi su computador portátil, casi todo estaba en francés -porque hay que decir que téivit habla francés, alemán, y cuchucientos idiomas más, un orgullo muy personal, más que su orgullo gay definitivamente (porque lo tiene y parece no reconocerlo, ni comprenderlo)-, pero no hay que ser muy ducho en idiomas, para poder navegar en la net sin problemas. Salvo que sea chino o sánscrito, ahí la cosa cambia. Pero cuando iba a entrar a mi blog desde su ordenador, puse la "p" en la barra del navegador y ¡Oh! aparecieron muchos enlaces con "p" que me llevaban a diversos «penis deseosus», «penis gloriosus», «penis ansiousus» -por ejemplo, por decir alguno-, muy grandes y gigantes, que parecían en estas épocas patrióticas las astas de banderas o los recuerdos de antiguos obeliscos. Volteé la mirada y vi a téivit, luego miré el billete, y me di cuenta que se había dado un buen baño. ¡Oh my God! (Es que a téivit le encanta decir siempre algunas frases en inglés). Me levanté de la silla. Y fue ahí cuando lo vi, desnudo, solo. Miré su cobardía y falta de sinceridad. Eso brillaba en ese momento. Ya entendía porque nunca quiso hablar de Freud. ¿Qué costaba ser honesto?

(Tiempo antes hubieron muchos momentos de tocar el tema del sexo, Mr. Freud y compañía. Justamente porque me gusta poner las cosas claras cuando me iba dando cuenta que se iban poniendo medio "rosadas", siguiendo el sabio consejo de la sabia Minerva de barrio, "Más vale un momento colorado que cientos amarillos"). Hubiera sido mejor, por parte suya, al menos no negar nada tan severa y enfáticamente, para luego mostrarse todo un lobo disfrazado de cordero, mejor dicho un perro disfrazado de cordero, o una cabra disfrazada de cordero. Mejor hubiera sido simplemente callar, no negar. Nada más. Porque nuestro amigo téivit, había jurado y rejurado por todos los santos habidos y por haber que el nunca, ni había probado, ni probaría, ni pensaría siquiera la remota posibilidad -en este siglo de la bisexualidad- ni en sueños siquiera el tener un pensamiento de esa índole.

Con cuarenta años al hombro, téivit, sufría. Eso era lo más terrible. Cuando él decía -como muchos símiles- que todo era paz, amor y felicidad en su vida. Todo ese patetismo me indignó notablemente. Y ni loco iba a fungir de psicoanalista. Me enfurecí como un león y ni corto ni perezoso salí de la habitación abruptamente, indignado -¡ahora que lo pienso hubiera agarrado el fajo de billetes!-. Era tarde. Muy tarde ya. Me detuve un instante, mirando como un idiota la luna redonda en el cielo y pensando en el drama de téivit. Pero muy molesto por sus intenciones. Entonces decidí regresar para ver si podía coger aún los billetes. Jejeje. No, no, qué va, iba a ir más que nada para cortar por lo sano. Para cerrar el círculo. Pero el lobby del hotel me dijeron: "Habitación 306. téivit, el pastor protestante, acaba de salir". ¡Mierda! No estaba entonces tan lejos en mi analogía mental lobo-perro-cabra-cordero. ¡Pastor protestante! Me cayó como un baldazo de agua fría. Y luego el dependiente agregó: "Si gusta, puede leer incluso algunas de sus publicaciones teológicas. Nos ha dicho que las repartamos". Al ver una de ellas, observé que en la contra portada estaba el mes de su cumpleaños, y efectivamente, mi intuición tenía razón, no era leo, era cabra.

Salí y el destino quiso que lo viera. Pero él ni cuenta se dió. Estaba en otro mundo. Pude ver todo el panorama, como quien ve una película en el cine. (Que no es lo mismo que ver TV). Vi toda la escena, la pantalla gigante de la vida como diciéndome o enseñándome algo. Vi como caminaba desesperado, apurado, alunado. Sus pies iban veloces. Estaba ansioso, con ganas, deseoso, lujurioso. Hirviendo la sangre por ser poseído. O ya estaba poseído por sí mismo. Caminaba con apremio, como un adicto hacia su expendedor. Y cuando llegó, ahí, en esa lúgubre esquina con muy poca iluminación; un hombre grande, fornido, medio mulato, algo sucio, con los pantalones ajustados y un aire de dandy venido a menos, lo esperaba. Ambos se miraron con ardor, se reconocieron, caminaron y entraron al hotel.

Hoy acabo de escuchar este tema de Duncan Dhu. Y siempre la esperanza es alentadora. Felizmente, ya no lo asocio a téivit, a un susurro falso y encubierto por el querer usar a la gente, por el engaño, decía sentirse mi hermano mayor. (Una cosa es que las cosas se den, otra que las premedites. -Aunque quizá al final, es muy cierto eso que decía la cocinera de la vieja casa, "todos tiran agua para su molino"-. No soy juez, no puedo serlo, no soy quien, ni pretendo ello. Además «El que esté libre, que tire la primera piedra... ». Pero al menos, si me lees, un poco de honestidad no hubiera estado mal, "¿hermanito mayor?"). A veces uno es demasiado ingenuo. A veces, todo esto hace que uno ya no quiera creer. Pero felizmente, ya no hay decepción. Ya lo gris desapareció. Felizmente, mientras escucho la canción, la letra toma su verdadero cauce de esperanza y la nobleza impera sobre la indignación. ¡Lo hace, lo logra! Porque en estas noches de invierno, con ligeras lloviznas nocturnas y matutinas, mientras observo el cielo por la ventana de mi habitación, creo que efectivamente los buenos tiempos volverán, los buenos tiempos la lluvia los devolverá.

La lluvia cae sobre el suelo gris

el tiempo pasa y no puedo reir

la noche es larga, mi voz amarga

hoy he visto despertar el sol

y tus pupilas brillarán

pero espera, descuida, y ya verás,

los buenos tiempos volverán,

pero espera, descuida, que ya

vendrán, la lluvia los devolverá.

Gracias a Duncan Dhu por este regalo.

Tres palabras

Tres palabras

(JE ME SOUVIENS...)

Repetía, con una pronunciación asfixiante e increscendo, ante la pregunta de un tercero, o el llamado de su padre o de su madre, las únicas tres palabras que recordaba, y que eran siempre las mismas. Sergei, Sergei, Sergei. Era su nombre. Sólo que el primer Sergei, para él, sí representaba su nombre, los otros dos significaban algo más. Quizá era un tengo sed, un tengo hambre, o un quiero salir a la calle como los demás, o tal vez una necesidad insatisfecha. Quizá también era la manera de decir que quería salir de ese cuerpo alto y voluminoso que lo contenía preso y maniatado como un ave en una jaula. Por ello, también corría por la quinta de la casa, de un lado a otro como un pato que quiere defecar.

Cuando lo vi por primera vez tuve miedo. Mi corazón palpitó con mayor rapidez y luego se detuvo por un instante que no sé cuanto duró. Pero luego, la convivencia va menguando hasta los más hondos temores. Me empeñana en desentrañar el misterio de sus tres palabras, que atravesaban las paredes y ventanas perturbando la tranquilidad de las mañanas, las únicas que podía pronunciar, desde que se cayó del cuarto piso y sobrevivió.

Pero esa vez, cuando salí a jugar con mi pistola de agua transparente, verde encendido; no me dejó siquiera preguntar, sino que apenas me vió, vino impulsado con toda su inmensidad y yo me paralicé. Me quitó bruscamente mi juguete, lo tiró con fuerza al piso rojo recién encerado y con rabia lo pisoteó partiéndolo en pedazos. Luego ya calmado pero su pecho agitado, me dijo con los ojos abiertos como platos: Sergei, Sergei, Sergei.

Ejercicio en base al (JE ME SOUVIENS...)

Me acuerdo de un vecino de la quinta donde vivíamos. Tenía quince años, pero una caída del cuarto piso lo había dejado estúpido al punto de hablar como gimiendo. Un día lo mojé con una pistola de agua, cogió la pistola y la tiró al piso. La rompió y lloré. (Juan Manuel)