Se acabó y punto
Terminó el año.
¡Se acabó el 2005!
Seguro cada cual hará su balance, algunos positivos, otros negativos; algunos en azul, otros en rojo, y unos terceros en negro tal vez. Lo que sí creo, es que cada uno mirará este año con su propia sensibilidad y lo que todos también dirán en común y con cierta admiración -y no porque sea vox pópuli precisamente- es esa frasecilla que ya es un estribillo: "¡Qué rápido pasa el tiempo!"
Y sí, es una realidad, el movimiento –probablemente acelerado- es la constante en esta tierra, pero pensándolo bien, el tiempo no es el que pasa, -me parece- somos nosotros los que pasamoslos que pasamos. Los que somos, los que ya fuimos, así nos cueste reconocerlo. Somos nosotros los que cambiamos. Como diría el Talmud, hace tanto tiempo con amplia sabiduría: "No vemos las cosas como son, sino como somos".
A veces me pregunto si realmente el tiempo existe.
A veces, me veo inmerso en sensaciones y pensamientos tan internos y abstractos que me cuesta hacerlos entender. Pero tampoco es algo que me quite el sueño. Y no es la ociosidad ni la vagancia, ni el llenar unas letras en una hoja en blanco, son simplemente mis particulares y simples percepciones. Nada más ni nada menos. Pienso a veces, que el tiempo fuera algo que no existe como pasado y futuro, sino más bien que estamos en un inmerso presente.
Y me sucedió hoy.
Mi madre colocó un disco –ahora cd, ¡me sorprendió encontrara alguno!- que me transportó a los cinco años. Es impresionante que luego de más de veinte años lo vuelva oír. Si lo escucharía, suponía que sería en esos long plays grandes con ese sonido lluvioso que me agrada oír.
Escuchar la voz briosa, aguda, por momentos demasiado vibrante y única –eso sí- de aquel cantante criollo, Manuel Donayre, me hizo ver las paredes de la antigua casa donde vivíamos y se escuchaba siempre –al menos mi madre-, mi pequeñez e ingenuidad en este mundo que iba descubriendo poco a poco, y por ende la exploración de todo, volví a ver a mis padres tan joviales y divertidos, a los abuelos viviendo al costado; sentí la atmósfera del pasado, y me dije a mí mismo: "¡¿El tiempo ha pasado?!" Y luego me seguí "Si es cierto, ¿todos estos años que significan? ¿Este cambio de piel, este vivenciar «nuevos» hechos, este «crecer», este «cambiar» a qué apunta? Ahí fue donde me lo formulé una vez más: ¿Realmente el tiempo pasa o somos nosotros los que pasamos? O mejor dicho ¿realmente el tiempo existe?" Seguro que para muchos –entre ellos mi hermano- esto pueden ser idioteces de alguien descocado (¡Preocúpate de otras cosas, Pablo!), para otros reflexiones que todos los adolescentes se hacen (¡Ósea, sigo adoleciendo, gracias!), y para terceros –más generosos quizás- locuras mías.
Era algo más que la magia ilusoria que tiene la música de poder transportarnos y revivir algún momento. Según yo, era algo más. Pero mientras esto no tenga respuesta y la incógnita siga latente, escucho lo que la gran mayoría pregona: ¡Cómo ha pasado el tiempo! Y mientras observo el eterno asombro por la rapidez del mismo, sólo me queda recordar que este 2005, como dice aquel vals motivó todo esto, que cantaban con tanto donaire mi madre y Donayre, se acabó y punto!
Un inmenso abrazo a todos!
¡¡¡Feliz y bienvenido 2006!!!
Pablo
1 comentario
Montse -
Uno se hace consciente del \\\"corto\\\" tiempo qeu tiene en este mundo cuando llega a una edad donde ve demasiado lejos su juventud y demasiado cerca su vejez.
Sea el tiempo el que pasa o nosotros mismos...¿que mas da? lo importante es aprovechar al máximo cada momento.
Un saludo
Montse