Hace buen tiempo... «Algo pasó»
Pensar que hace más de dos mil años «algo» pasó. No sabemos la fecha exacta, ni el día ni la hora, pero lo que es muy cierto es que «algo»pasó. Los registros, a parte de la tradición, lo confirman. Y lo que me sorprende más, es que a diferencia de otros hechos que han marcado momentos históricos «altamente trascendentes», los mismos se han perdido en el tiempo. No obstante, en este caso el nacimiento de Jesús, el famoso porqué celebrar la Navidad ¡todavía lo recordamos! Aunque sea de forma, aunque sea de otra manera, -muchas veces errada-, aunque sea sin saberlo incluso -lo más común-, pero su presencia comenzando con el acto de entrar en esta tierra ha sido tan fuerte, tan grande, que cambió la historia, que marcó un antes y un después incluso; y a la vez este ingreso ha sido tan sutil también que para muchos pasa por alto, se confunde, se olvida, se liga con el mito -con la tan extraña tradición que nada o poco tiene que ver de fondo-, con la enseñanza en el mejor de los casos. Pero en cualquier forma o apariencia, igual sigue presente en nuestras vidas, tiempos, y espacios, así queramos no hacerle caso, o no darle importancia. Aunque sea pálidamente, aunque sea sin comprender. Nació un niño, y hasta ahora se lo celebra. ¿Cómo explicar esto? ¿Cómo entender esta vigencia y permanencia que muy pocos logran mantener y establecer?
Gracias a ese nacimiento, ahora -me atrevo a decir- la mayoría solo podemos ver lo superficial. Como en cualquier otra fecha de las pocas que hay- instaurada en este mundo por alguna celebración, tenemos la oportunidad que da el acto mismo de reunirnos con los nuestros. ¡Que ya es bastante en este mundo de alta individualidad! La satisfacción -y subliminal consumismo- de poder dar algo material y en otros casos algo inmaterial también. Nuestro tiempo, nuestro buen estado de ánimo, nuestra buena actitud, nuestro agradecimiento interno por vivir. ¡Y por supuesto los esperados y ansiados regalos! Que hasta el niño Jesús los tuvo, pero estoy seguro que no eran ni tan ansiados ni esperados por él mismo. Eran probablemente un símbolo de algo más, en ese día que «algo» pasó.
Un nacimiento es realmente un milagro. Los que han podido ser partícipes de ello, de este acto de alumbramiento no lo pueden negar. Es mágico, profundo y sorprendente. Es el origen de toda una historia, es el inicio -o continuación-, -o punto cumbre-, de todo un proceso que durará un tiempo en un espacio determinado. Muchos tenemos ese privilegio. Otros no.
La vida de Cristo fue tan grande, impactante y misteriosa -como su nacimiento- que dividió la historia! Cambió el mundo. Aquella noche «algo» sucedió y fue de tal magnitud que obviamente no sólo sirvió para que un veinticinco de diciembre comamos algo agradable y compartamos con los nuestros, sino que afectó el destino de toda la humanidad. Cosa que no hizo ni Buda, ni Sócrates, ni Platón, ni Mahoma! (No al menos en esas proporciones y magnitudes). Por citar indistintamente algunos con los que se le compara muy tolerante y horizontalmente. Y es que cuando uno comienza a investigar, se da la oportunidad de comparar, ampliar su mente y ser sincero consigo mismo no puede dejar de quedarse impresionado ante la vida de tal personaje. Tiene que haber sido lo que declaraba: el hijo de Dios. O Dios mismo incluso! Como le responde a Pilatos. O un loco entonces.
¿Quién logró desafiar de una manera prácticamente estoica, noble y hasta principesca todo un sistema vertical e imperante -el judaísmo, cultura a la que se le "encargó" el mensaje divino- cargado de tanta tradición y legalidad, dando un ejemplo profundo de verdadera entrega práctica a Dios? ¿Quién logró no sólo con palabras, sino con actos prácticamente portentosos, sorprender a media humanidad? ¿Quién logró, por ejemplo, resucitar muertos? ¡¡¡Resucitar muertos!!! No hablamos de una cura milagrosa en vida, de algún mal pasajero o existencial que nos aqueja. ¡Hablamos de cuando ya no hay esperanza! (Tanto para la mente física como para la mente "espiritual", porque existimos muchos, muchos muertos en este cementerio viviente que se va convirtiendo nuestro mundo). ¿Quién puede hacer eso? ¿Quién logra detener el mar y el viento? Hablar de esa manera con la naturaleza. ¿Controlar las mareas, pasearse sobre ellas, dominarlas? ¿Quién logra por ejemplo, expulsar demonios? Ahora que abunda tanto falso espiritista, ¿Quién puede quitar un demonio? ¿Alguna oculta o descubierta posesión que nos domina? ¿Quién es ese que transforma vidas con tan solo una mirada, un toque o una palabra? ¿Habrá otro mortal como éste en esta inmensa humanidad? ¿Algún buen y nuevo profeta que se levante y logre hacer lo que éste hizo? Lo dudo mucho. Han pasado dos mil años, y no se recuerda al menos a otro como a éste. Es prácticamente y quizá estadísticamente imposible.
Cuando pienso en mi vida y me pregunto ¿en cuántas personas tiene alguna influencia, sea esta buena o mala? Por mucha interrelación que exista en este planeta y por más que todo esté conectado como realmente lo está, sólo afectará algunas decenas a lo mucho, sea directa e indirectamente. Pero lograr -pensemos omnipotentemente- abarcar toda una humanidad entera, es algo que muy pocos pudieron hacer. Hay gente que ha dejado y dejará un legado muy alto en el transitar por este mundo. Desde Bill Gates, Ford, Freud, Marx, Einsten, Newton, Pasteur, Gandhi, los ya citados anteriormente, Buda, Sócrates, Platón; Confucio, Lao Tsé, la Madre Teresa, -la lista podría ser interminable- ¿pero ellos lograron lo que éste logró? ¿Incluso si los juntáramos, alcanzarían sus logros superar a los de aquel? ¿Cambiaron la historia? ¿En esos niveles? ¿Con esa influencia? ¿Con esa temporalidad que incluso no termina? Porque a pesar que el sistema consumista nos invada, las globalizaciones igual lo recuerdan, para utilizarlo, beneficiarse, pero nos lo recuerdan, recuerdan el nacimiento de Jesús. Y seguirá recordándose, y no sólo como parte de la tan confusa «tradición».
Ahora todo es ebullición, las calles están hirviendo literalmente por la masa que está pidiendo celebrar (y comprar también). Y todos sé que en algún momento -quizá momentos previos a las doce, quizá después cuando vayamos a dormir-, como una ráfaga, como un haz de luz, como una estrella fugaz se mirarán a sí mismos, nos miraremos por dentro, y buscarán dentro de sí algo que por el momento no pueden hallar, un dios en quien creer. Alguien que nos salve y rescate de esta vida que nos azota a nosotros mismos. Algo que cambie el panorama, algo que como hace dos mil años marque la diferencia. Pero quizá cegados en nuestros mundos y en nuestra soledad, una vez más, nos perderemos. Pensaremos que esa luz, esa chispa momentánea, esa estrella fugaz, ese pensamiento latente fue solamente una ilusión, y no sólo en nuestra ignorancia sino en nuestra dureza de corazón, nos diremos que es mentira, que la realidad es otra, que todo es un mito desmitificado inventado para darle sentido a nuestras simples y triviales realidades y que a pesar de ser el cumpleaños de Jesús, trataremos entonces de festejarnos egoístamente y dejar pasar el momento de poder comprender que las diferencias se pueden marcar, como hace más de dos mil años, alguna vez sucedió y hoy olvidadamente se celebran. Por eso, para no olvidar ese día que «algo pasó»,
¡Feliz Navidad! ¡Feliz cumpleaños 2005!
Pablo
1 comentario
Elmer Latorre -
Este es un articulo muy bueno, muy informativo y que tiene mucha verdad; que bueno seria que la gente tome conciencia de la importancia de este personaje en nuestro diario vivir.
Seria agradable como seres humanos reconocer a Jesus.
Si todos pudieramos tener el concepto correcto de Dios, creo que la cancion de John Lennon 'Imagine' seria una realidad en esta vida...
Lastimosamente nuestro egoismo e individualismo impide eso.
Muchas gracias Pablo.
Dios te bendiga grandemente.
Elmer Latorre