Momentos de nada
Hay momentos que sientes nada. Momentos en los que parece que nada sucede. (Cuando de hecho el mundo sigue girando inexorablemente y los eventos por doquier se suceden exponencialmente en esta tierra). No obstante, como si fuera por una extraña contraposición, hay momentos cuando la nada despierta (lógicamente) ningún estímulo en nosotros. Estos momentos muchas veces se confunden con la soledad, con el aburrimiento, con la tristeza, con la nostalgia, y para algunos -los que dicen ser los más certeros- con la melancolía. La bella y sensible melancolía. Pero esta vez, discrepo con ellos. Esta nada de la que hablo, no son ni es aburrimiento, ni soledad, ni tristeza, ni nostalgia. Ni siquiera la tan idealizada para algunos, y menospreciada para otros, melancolía. Entonces continúo con mi búsqueda personal de este sabor a este día, a este momento, a esta nada; y luego de definir «lo que no es», llego a la conclusión que tampoco son "los problemas existenciales de la burguesía", como lo diría alguna amiga socialista. Y sigo. Y una luz veo en el túnel. Es y no es. Es una mezcla de todo, con ausencia de mucho.
A veces creo que es el sabor del vacío, de la nada. Y también creo que son los momentos más lúcidos, donde recién nos damos cuenta que efectivamente nosotros, y no el entorno, -no lo de afuera-, sino nosotros -los taaan grandes y especiales seres-, somos o es nada. E incluso siento náuseas. Náuseas físicas y concretas y reales, que han hecho que en estos días cambie mi régimen a algo más "natural" (¡cuando todo es natural! ¿no es cierto? ). Pero las náuseas ante esta nada, rondan. Como cuando era niño y luego de dar muchas vueltas sentía esa sensación, o quizá cuando después de ver desde el borde del último piso de casa, poniendo un pie delante y el otro atrás, miraba temerariamente hacia abajo estirando mi cabeza para no ser vencido por el impulso y fuerza de la gravedad, y entonces, nuevamente sentía esa sensación. De vacío. De náuseas, de nada. Porque esa sensación era el vértigo, el temor de caer, el eterno sabor de la nada, (ah claro, ¡si es que la nada tiene sabor!, pero yo sé que ustedes entienden la idea... porque la entienden no? ), es ese sabor que hoy percibo, y que a veces se manifiesta e infiltra, ya sea en un común día dominical, o en un trivial día festivo, o simplemente cuando miras fijamente algo y realmente no ves nada.
Pero este sabor es parte de un abanico multicolor de diversos sabores y percepciones. Gracias a Dios no es el único que hay. Pero sí es el que me hace detenerme, me paraliza y camino como zombi, y no sé porqué extraña razón. Es como si confabulara con la pereza y con todo lo sombrío para querer seguir tumbado horas tras horas sin levantarme. Es como esos estados que describe Wurtzel, en su recomendable -y felizmente pasajeros para muchos, me incluyo- "Nación Prozac". Es un tiempo, que felizmente, lo reitero, es efímero, fugaz. (Como las grandes sensaciones). Pero vale la pena sentirlo, conocerlo, experimentarlo. Porque uno no puede -ni debe hablar- de lo que no ha vivenciado. (Claro, con esto no nos vayamos a los extremos de algunos amigos medios lerdos -que no voy a mencionar quienes son-, que seguramente me dirán, "entonces hay que meternos al desagüe para saber que por ahí pasa la caca". No, no seamos tan literales. Nuevamente, yo sé, que ustedes me entienden...)
Quizá este sabor a la nada, es el inicio o mejor dicho es un respiro. Porque siempre es bueno recordar la esperanza también. Quizá todo esto, es el recomenzar a levantarse venciendo la inercia, para poder percibir otros sabores: el de la actividad, el del trabajo, el de la frescura de estar en acción y similares; que hacen que uno vea -a pesar de todo-, todo con optimismo. Quizá es el renacer luego de estar "down". Pero una voz, por otro lado, me susurra algo, me dice a lo lejos que como un grito, algo así como el grito desesperado "betleano", (loco no? invenciones mías eh?: "betleano", Otra vez, yo sé que ustedes me entienden. Otra vez, yo sé que ustedes me entienden. Pero por favor no nos vayamos por las tangentes y no asociemos orificios humanos que nada tienen que ver aquí, por ahora, al menos). A lo mejor, todo esto es ese grito "thebetleano": ¡¡ HELP !! I need somebody! Help... Help... Help... Pero otra voz me dice: help a qué? Y me respondo vagamente, como despertando de la modorra, ya venciendo a la pereza. Help a la nada.
Como decía al inicio, hay momentos que nadie entiende. Hay momentos que uno tiene, que tienen un sabor genuino pero incomprendido. Hay momentos que no son muy descriptibles. Hay momentos, simplemente hay momentos.
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