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PabloLuna

Opinión

¡Feliz Navidad para todos!

¡Feliz Navidad para todos!

No sé si me estoy volviendo viejo, si estoy saliendo de la edad de la emoción para entrar a la de la razón. (Bueno, yo creo mucho en los ciclos y particularmente si son de a siete, así que los más despiertos calculen los años). Sea como sea, con cambios o sin ellos, no veo lo que medio mundo ve. (O Quizá sí). Bueno, ya sabemos que esta visión personal es algo «natural», o en su defecto algún error en mi mapa de mi genoma, pero la cosa es que faltando tan solo dos días para uno de los más festivos del año, siento que no hay mucho por celebrar. ¡Queriéndolo hacer incluso!

Como siempre. Me explico.

Claro, por supuesto, que desde luego que sí, siempre ¡y ahora más que nunca! se celebra, y celebrará por todas las edades todo el rollo comercial, marketero, y de transacción que ha teñido la Navidad en las últimas décadas, y que seguramente si Cristo estaría vivo por aquí como hace dos mil años, al ver lo que se hace con su cumpleaños, -es decir el aprovecharse de (en algunos casos con fines muy loables, pero siempre para llenar los bolsillos de alguien)-, seguramente que Cristo, repetiría la historia de lanzar unos buenos latigazos (o poner en estas épocas unas buenas multas, o requisas bien efectuadas) a todos estos grandes emporios formales e informales, desde Mesas Redondas (navideñas) hasta cadenas internacionales como Ripleys, Sagas y similares que por cierto, dicho sea de paso, valga la aclaración, no es que quiera redundar, consumimos con mucha entrega y pasión y nos olvidamos de nuestra sincera y verdadera realidad. Como siempre nuestra mayor falacia, el escape.

Pero, "no os preocupéis" no voy hablaros de ello. Del rollo comercial, ya todos estamos inmersos, ya todos somos partes del juego. Pero muy pocos, están pero no son. Atención al que entienda: Estamos, pero no somos. ¡Como me gusta esta frase!

Bueno, tampoco voy a hablar de toda esa onda sensiblera, donde el corazón a uno se le derrite como un helado expuesto al sol, al ser conciente de todos los males y sinsabores, de toda la pobreza y de tanta necesidad en el mundo. (Dicho sea de paso, a «los elegidos», les mandaré una visión llorona en mp3, tan llorona, pero lamentablemente muy real también de la navidad del niño mexicano- a lo Pedro Infante y su famoso personaje Pepe El Toro-. Algunos a lo mejor ya la escucharon, otros no. Estoy seguro que mis elegidos, no la han oído. El que la desee me la pide. Por supuesto que es cierta la necesidad vital en muchos niños, no niego la terrible y dura situación del abandono; pero como que a veces nuestros amigos mexicanos, hacen de esto un alarde particular, un regodearse de dolor. O como ese lamento andino que tenemos también nosotros los peruanos. Y que en ambos casos, me parece innecesario. La vida, no debe ser mucho lamento, ni dolor. Por un lado ya hay suficiente. Por otro, ya nacemos llorando desesperada, estrepitosa y desconsoladamente, es más hasta algunos zaz! con un buen golpe en el culo, eso de entrada, y nos vamos de este mundo también casi siempre no tan bien, la piel se cae, los órganos no funcionan, que las enfermedades, postraciones, etc, etc. -En el mejor de los casos, los elegidos -y esos ya no por mí, sino por papa lindo- duermen como una palomita y se van. Pero mientras tanto, en este estadío entre el nacer y morir, que están teñidos de dolor, hagámoslo al menos un poco más alegre, risueño, porque no picaresco, y hasta acriollado. Ya bastante tendremos para sufrir. (Ah! Salvo que sea por amor! Como dice García Márquez) Así que no tanto lamento mano, y tampoco tanta congoja papaito, recordemos lo leído antes "Es preferible reír que llorar" (Véase artículo anterior)

Bueno, sigamos con esto de la Navidad. No es ni lo "comercial/marketero", ni la onda llorona sensiblona de "Ven a mi casa esta navidad". (Ah! ¿Por cierto quien me invita a su casa este 24 a medianoche? No, no, repito la pregunta seriamente, -y no es para nada turbio-, es para la Navidad: ¿Quién me invita? Se aceptan propuestas. Espero recibir algunas en mi email. Pero eso sí, una cosa es segura: La pasarán rebién. Jejejeje). La Navidad ya viene, con marketing, con sensibilidad, pero con muy poco o casi nada reconocimiento de lo que vale, lo que es, lo que significa, y para qué hacer toda esta fiesta. Ahora mis amigos moralistas y también los humanistas (con éstos dicho sea de paso compartimos mucho en común en ciertos puntos), ahora lo ven como esto de la Navidad como un «buen momento para compartir con la familia», para aprovechar y poder reunirse -¡por lo visto cosa que nunca hacen! (por supuesto por innumerables justificaciones)-. Me pregunto ¿eso es la navidad? Sí, sí, seguro me dirán que soy ingenuo. Pero, repito ¿Eso es la navidad?

Otra vez, entonces, me remontaré a mi niñez. ¡Dichosa -y anormal- niñez! (entiéndase como poco común y de paso algo de privilegio). Porque la verdad, yo tuve suerte. Mis abuelos hacían de la navidad un momento religioso, sin darse cuenta. A su manera, a su estilo. Mis padres, esos eran los mercantilistas, los regalos, la cena, el banquete. Pero los abuelos, sí que a uno lo hacían entender el porqué y de paso el para qué. Al menos a mí. Claro que recuerdo las reuniones en general, en esa mesa grande, tan amplia, y yo tan pequeño, corriendo incluso debajo de ella, con hartos tíos, y muchas cosas. Pero la abuela, al menos a mí, me creaba un verdadero misterio del famoso "Misterio". (¡Que ya ni veo que hasta se mencione!). Ella sacaba su Biblia recuerdo, estaba en Lucas lo que leía, y yo no entendía mucho al intentar leer, pero sí cuando me contaba toda la historia e incluso nos llevaba a ver ciertos nacimientos. Algunos con cambios de clima, otros gigantes, otros pequeñísimos; explicando el famoso como fue, como sucedió realmente. Ella tenía momentos íntimos de comunión, parecía de veras que para ella alguien estaba gestando, que cada ciclo realmente no era una forma de algo ya establecido, sino que se sentía hasta nerviosa porque pronto nacería alguien: El Emmanuel, el Salvador, el famoso Jesús, el niñito que estaba representado en aquel nacimiento, que con mucho respeto le quitaba el manto que lo cubría. Y todas esas salidas, historias, lecturas, eran en sí el gran e inmenso regalo que al menos queda en mi mente.

Ya pasado el cuarto de siglo en mi transitar, me pregunto, en esta época tan, tan, tan caótica y alborotada. Donde para conversar con alguien, un compañero de trabajo de tu misma empresa, o reduciendo el círculo de relaciones, un amigo de barrio incluso, usamos máquinas para ello. En esta época tan globalizada, tan aparentemente horizontal, tan marketera y consumista eso sí, eso sobre todo. (Aquí otro paréntesis: Conversaba con un profesor mío de Simbología, alguna vez, que si llegáramos al año cinco mil por ejemplo -porque este profesor tenía sus dudas de que si llegaríamos al menos al tres mil-, pero si llegáramos al cinco mil los hombres "modernos" al hacer sus investigaciones, descubrirían, por ejemplo -según él, y concuerdo mucho- con los nuevos -nuevos para ellos, comunes para nosotros- «templos modernos», es decir, los bancos, tal vez compañías aseguradoras también, la bolsa y similares. Mi profesor decía, que se quedarían asombrados del sistema de seguridad que existía -existe ahora para nosotros- para ingresar a sus bóvedas. O ni siquiera a sus bóvedas, sino simplemente a un cajero. (Ahora, un paréntesis dentro de otro: Si yo no más, en mi pequeño mundo, cuando me contrataron hace algún tiempo en uno de ellos, de estas entidades bancarias, y por esas cosas de la vida, tuve que conocer a un "grandazo" -justo el de las bóvedas- francamente, me impresioné de tanta y tanta seguridad, de tanto código, y de tanto misterio sobre todo. Realmente parecía que era entrar a un lugar sagrado. Fin de este paréntesis). Seguro que los hombres del año cinco mil verían que toda nuestra espiritualidad es el vil metal. (Y no es algo nuevo eh? El Partenón de Atenas, tan bello, tan "religioso", tan místico incluso para algunos, también era una inmensa bóveda de todo el oro registrado eh?). Los ciudadanos del año cinco mil al ver, todos estos emporios actuales nuestros -tan diferentes a los antiguos que conocemos de diversas culturas-, tan bien resguardados y tan cuidados como fortines como ciudades dentro de otras, con cámaras, sistemas de vigilancia y seguridad y etc, etc, etc. Realmente entenderían que estaríamos entrando a un terreno sagrado. ¿Será cierto esto? ¿Adoramos realmente al vil metal? ¿Nos inclinamos y sometemos a sus designios? ¿Es él quien manda? ¡Es él quien manda! Y justamente recuerdo una de las máximas de mi abuela, que leía tanto su Biblia, la avaricia es idolatría!) ¿Cómo será? El futuro lo dirá.

En fin, menudo paréntesis no? Pero no he olvidado el tema principal. Sí, son mis buenas asociaciones que guardan en su memoria ROM lo importante, y no lo olvidan, al menos por ahora. Estábamos en este cuestionamiento muy mío y personal, de que si ya pasado buen tiempo, más de un cuarto de siglo -para mí- seguirá existiendo por ahí, no sé, alguna viejecita como mi abuela, algún santo como el Starets Zósimo de los Karamazov, algún Antonio El Consejero, de la Guerra del Fin del mundo, que pueda ver, creer y esperar este día con esas ansias, con esa fe, que francamente no abunda por aquí. Ni siquiera en los niños eh? Hay que reconocerlo, la realidad es que la ilusión ya no es parte de nuestras vidas. Menos el conocer.

Pero mientras tanto, nosotros seguimos, seguimos, seguimos y por supuesto sigamos consumiendo, lo más que podamos. Y consumir en todo sentido, como diría algún amigo. No solo el comercial, sino también, en ese sentido. ¿El psicoanalítico como se veía en la década del setenta? Como dice este amigo mío. Jejejeje. (Perdón por la frase pirateada). El sensual. ¿De que hablo? De consumir también sensualmente y con todo lo que venga. Porque -miren oh! que gran descubrimiento- el día del nacimiento del niño Jesús, también es motivo, para el "mami mami chuculún, toma toma chuculún". Ósea que adiós niño Jesús, adiós renacimiento, adiós un nuevo ciclo, sino bienvenido sea el motivo para aprovechar, para chuculunear. ¡Eso! El cuerpo parece en nuestro medio actual no poder esperar aunque sea una semanita más, ósea fin de año, para poder hacer en vivo y en directo ese famoso bailecillo que verbaliza en acto al can.

En fin, en fin, cada cual con lo suyo. Cada cual con su estilo. Cada cual con su tendencia.

Lo que sí es claro, es, al menos para mí. Que el momento es propicio, (Como la serie rosa: la noche os sea propicia) Jajaja. Pero no solo este momento, sino también cualquiera, para (no, no para la fuerza del chuculún) sino para saludar a todos mis amigos. (Al club de fans también, Jejeje).

Un inmenso saludo a todos, una gran navidad para cada uno de vosotros.

A los que le hacen un culto al perreo bailando en público o en privado (ya saben la diversidad de gente que aparece en mi camino), a los clásicos y alturados, a los intelectuales y buen leídos, -pocos, pero hay-, a los juergueros y barruntos, a los vacíos y plásticos, -que parece nos repelemos inmediatamente y el sentir es muy recíproco- a los confidentes, a los que se abren, -es decir su mente y corazón dispuestos a escuchar a entender-. Y también como dice el vals, a "los puritanos, los moralistas, los que no comprenden". A los que no comprenden mis palabras, a los que las desvirtúan. A los que les gustan y me leen. A los de aquí, a los de allá. Y a los que no se pueden encasillar! esos me gustan más, (he ahí quisiera ser algún día el moderador de ese grupo). A todos ellos!, Ah! y no olvidemos a los «llorones » tanto andinos como mexicanos. (No vale picarse! Estamos en Navidad!)

A todos, a cada uno de ustedes, un abrazo muy especial, con mucho sentir y con esa fraternidad que solo la emoción y los vínculos creados logran despertar.

A cada uno,

¡Una Feliz Navidad!

¡Feliz Navidad para todos!

Pablo

Momentos de nada

Momentos de nada

 

Hay momentos que sientes nada. Momentos en los que parece que nada sucede. (Cuando de hecho el mundo sigue girando inexorablemente y los eventos por doquier se suceden exponencialmente en esta tierra). No obstante, como si fuera por una extraña contraposición, hay momentos cuando la nada despierta (lógicamente) ningún estímulo en nosotros. Estos momentos muchas veces se confunden con la soledad, con el aburrimiento, con la tristeza, con la nostalgia, y para algunos -los que dicen ser los más certeros- con la melancolía. La bella y sensible melancolía. Pero esta vez, discrepo con ellos. Esta nada de la que hablo, no son ni es aburrimiento, ni soledad, ni tristeza, ni nostalgia. Ni siquiera la tan idealizada para algunos, y menospreciada para otros, melancolía. Entonces continúo con mi búsqueda personal de este sabor a este día, a este momento, a esta nada; y luego de definir «lo que no es», llego a la conclusión que tampoco son "los problemas existenciales de la burguesía", como lo diría alguna amiga socialista. Y sigo. Y una luz veo en el túnel. Es y no es. Es una mezcla de todo, con ausencia de mucho.

A veces creo que es el sabor del vacío, de la nada. Y también creo que son los momentos más lúcidos, donde recién nos damos cuenta que efectivamente nosotros, y no el entorno, -no lo de afuera-, sino nosotros -los taaan grandes y especiales seres-, somos o es nada. E incluso siento náuseas. Náuseas físicas y concretas y reales, que han hecho que en estos días cambie mi régimen a algo más "natural" (¡cuando todo es natural! ¿no es cierto? ). Pero las náuseas ante esta nada, rondan. Como cuando era niño y luego de dar muchas vueltas sentía esa sensación, o quizá cuando después de ver desde el borde del último piso de casa, poniendo un pie delante y el otro atrás, miraba temerariamente hacia abajo estirando mi cabeza para no ser vencido por el impulso y fuerza de la gravedad, y entonces, nuevamente sentía esa sensación. De vacío. De náuseas, de nada. Porque esa sensación era el vértigo, el temor de caer, el eterno sabor de la nada, (ah claro, ¡si es que la nada tiene sabor!, pero yo sé que ustedes entienden la idea... porque la entienden no? ), es ese sabor que hoy percibo, y que a veces se manifiesta e infiltra, ya sea en un común día dominical, o en un trivial día festivo, o simplemente cuando miras fijamente algo y realmente no ves nada.

Pero este sabor es parte de un abanico multicolor de diversos sabores y percepciones. Gracias a Dios no es el único que hay. Pero sí es el que me hace detenerme, me paraliza y camino como zombi, y no sé porqué extraña razón. Es como si confabulara con la pereza y con todo lo sombrío para querer seguir tumbado horas tras horas sin levantarme. Es como esos estados que describe Wurtzel, en su recomendable -y felizmente pasajeros para muchos, me incluyo- "Nación Prozac". Es un tiempo, que felizmente, lo reitero, es efímero, fugaz. (Como las grandes sensaciones). Pero vale la pena sentirlo, conocerlo, experimentarlo. Porque uno no puede -ni debe hablar- de lo que no ha vivenciado. (Claro, con esto no nos vayamos a los extremos de algunos amigos medios lerdos -que no voy a mencionar quienes son-, que seguramente me dirán, "entonces hay que meternos al desagüe para saber que por ahí pasa la caca". No, no seamos tan literales. Nuevamente, yo sé, que ustedes me entienden...)

Quizá este sabor a la nada, es el inicio o mejor dicho es un respiro. Porque siempre es bueno recordar la esperanza también. Quizá todo esto, es el recomenzar a levantarse venciendo la inercia, para poder percibir otros sabores: el de la actividad, el del trabajo, el de la frescura de estar en acción y similares; que hacen que uno vea -a pesar de todo-, todo con optimismo. Quizá es el renacer luego de estar "down". Pero una voz, por otro lado, me susurra algo, me dice a lo lejos que como un grito, algo así como el grito desesperado "betleano", (loco no? invenciones mías eh?: "betleano", Otra vez, yo sé que ustedes me entienden. Otra vez, yo sé que ustedes me entienden. Pero por favor no nos vayamos por las tangentes y no asociemos orificios humanos que nada tienen que ver aquí, por ahora, al menos). A lo mejor, todo esto es ese grito "thebetleano": ¡¡ HELP !! I need somebody! Help... Help... Help... Pero otra voz me dice: help a qué? Y me respondo vagamente, como despertando de la modorra, ya venciendo a la pereza. Help a la nada.

Como decía al inicio, hay momentos que nadie entiende. Hay momentos que uno tiene, que tienen un sabor genuino pero incomprendido. Hay momentos que no son muy descriptibles. Hay momentos, simplemente hay momentos.

 

La ballena y el divino niño

La ballena y el divino niño

Por los alrededores de mi casa hay algunos parques. Uno de ellos, tenía tres pequeños monumentos: un ancla (de verdad) ubicado en un extremo del parque en mención, un cañón (de verdad también) que reposa en un pedestal de cemento circular y que está al centro, y "la ballena", un montículo de cemento de unos veinte metros de largo, de forma ligeramente parabólica y adornado como un mosaico de piedras que tenía efectivamente la forma de dicho mamífero marino. En su parte central llegaba a los dos metros de altura, y todos los niños, -me incluyo- jugábamos resbalándonos ahí, como en un tobogán.

Hace tres años atrás, no sé porqué extrañas razones (aunque la mayoría concuerda con que la parte posterior de "la ballena" se había convertido ya en una letrina pública) decidieron derribar aquel montículo de piedras. Entonces, el encanto del parque se perdió. El único y gran árbol que daba su sombra, se opacó. El ancla daba lástima, y el cañón cada vez se veía más pequeño y más distante. Todos los que pasaban por ahí, sentían que algo faltaba. Que el alma de aquel parque se había ido para siempre.

A los meses de aquel inmenso vacío, no sé quien, ni porqué, ni cuando, ni como, ni con qué profunda o banal intención, -seguro los que la derrumbaron- apareció un pequeño altar en el lugar donde estuvo siempre la inmensa ballena, -que todos mirábamos y donde muchos jugábamos-. Por supuesto, que un grupo de gente o alguna autoridad lo mandó a construir, pero lo hicieron tan rápido y tan anónimamente que nadie supo cómo ni cuándo fue. Era pequeño, con una urna de cristal, y un pequeño icono de unos cincuenta centímetros dentro de ella. Una estatuilla del niño Jesús. Y todo comenzó. Alguien seguro puso la primera flor, otro alguien quizá luego las jardineras, y un tercero le hizo una venia a aquel altar. El resto lo vio y comenzó a imitarlo. Ese lugar donde antes estaban los orines de la ciudad, ahora era -y es- culto de veneración de unos cuantos. Así, poco a poco, los que pasaban por el pequeño altar se quedaban mirando fijamente al hermoso y tan poco común niño.

Un día apareció una inscripción rotulada en él, dando entender quien era: «el divino niño». Desde ahí comenzó con fuerza la veneración cotidiana, matutina y vespertina en aquel lugar, la entrega de flores, los rezos postrados de todos los que pasaban. Aparecieron los rostros mortecinos y escondidos, las viejas cucufatas y amargadas, las arrepentidas, como entre ellas mismas se dicen -¡muchas con mantillas incluso!-, otras, las que reventaban en la cara de uno las pelotas (de juguete) si caían en sus verjas, o dentro de sus jardines interiores; también aparecieron los profanos, los mismos viejos que antes orinaban ahí, otros más descarados o apurados que no podían más y terminaban dejando su excremento en la oscuridad de la noche, -o en las sombras del día-, ahora ellos mismos, pasaban con reverencia, para -a unos metros- seguir orinando y luego ir a rezarle al divino niño.

Antes la adoración era diferente. Se respiraba pureza y libertad. Antes era una inmensa ballena donde todos los niños, a cualquier hora se subían en ella, en sus lomos, jugaban a la guerra con el cañón, soñaban con el ancla en un extremo dejando volar su imaginación, vivían sana y tranquilamente en aquel parque con el inmenso árbol y su gran sombra protectora, con el césped bien cortado. Antes, era niño.

Ahora, me pregunto. Y ¿qué tal si alguien en vez de colocar un icono del famoso divino niño hubiera puesto un busto con un par de tetas descubiertas? ¿O mejor aún un símbolo fálico como un obelisco simulado? ¿O que tal si en vez de una provocación, poníamos algo más elocuente, poníamos una imagen anónima de tantos niños necesitados? ¿O para seguir el buen ritmo peruano, poníamos la silueta de alguna vedette que está de moda? ¿Seguirían rezándole con la misma devoción? (¿O ya le rezan día a día viéndoles por medio de la caba boba?) No sé porqué pero mi vecino me dijo, que igual, que sea lo que sea, todos ellos hubieran ido tras la imagen y la hubieran adorado. «Son carneros joven, son carneros» expresó.

Ahora, después de tiempo, paso día a día por el famoso «divino niño», y nunca me había detenido a verle. Nunca. Pero hoy lo hice, y me pregunté ¿qué poder mágico y profundo puede haber? Ni siquiera lo había cuestionado. ¿Por qué alguien se pararía en frente de este altar, o de cualquier otro? Y mientras escudriñaba la imagen -seguramente con una ingenua y natural exageración- una vieja -de esas que hacen sus venias ante el altar- con un horrible pequinés pasó, se puso a mi costado, y el perro se meó a unos metros del altar- ¿un tributo para el divino niño?- y cuando ella leyó en mi expresión mi inquietud, me miró con castración. ¿Por qué esa necesidad de adoración, de veneración a un icono que no me dice nada? (¿¡¡¡Alguien me lo puede explicar!!!?) Le pregunté a mi vecino que pasaba por ahí, -ya que más sabe el diablo por viejo que por diablo- "Oiga don Guillermo, ¿y usted ya le habrá puesto algunas flores de su jardín?" Y él, tan campechano como es, esta vez no dijo nada, sino que me miró, hizo una venia y cómplicemente me sonrió, dejó el paquete de basura a un costado y salió. El pequinés ladró y la vieja rezongó.

 

AMIGO - "Perdona"

AMIGO  - "Perdona" En estas épocas de globalización, donde todos corremos apuradísimos para todos lados, donde el tiempo nunca nos alcanza para detenernos un momento, no pensé que aún existiera gente que escribiera, que soñara.
Este poema se lo encontré a la famosa Tía Vicky, o tía Betty como la llaman otros que nunca logran acertar con su verdadero nombre. Al igual que mi primo, -su hijo- cuando le iba a presentar a su amiga de la infancia que ahora era casi primera ministra, y no creía que realmente sea cierto tanto rollo, pero al ver ante sus narices toda la comitiva y los carros y todo el séquito de seguridad comprendió que su madre no mentía; al igual que él, lo reitero, reconozco -meas culpas- también tuve mi momento de incredulidad: "¿De veras tu has escrito esto, o lo has encontrado en el frontis de algún templo perdido?" Y ella, no insistió.
Me ha gustado el poema, aunque por momentos, le decía: "Mejor lo hubieras titulado, por muy cursi que parezca, Perdona". Y ella, otra vez, no insistió y nuevamente perdonó mi brutalidad.
Para gente que no veo hace buen tiempo, para los otros, que brindamos por la amistad, entre ellos Montse, Milos, y para los ausentes, cuyos nombres se me pierden en la mente, pero bien saben que los llevo como dice este texto para siempre, pese a que el día a día, el correr con el tiempo haga que uno olvide fácilmente lo importante. Al menos, mi memoria ya es la habitual!

AMIGO

Perdona.
Si cuando te iban mal las cosas
Pasé por tu lado
Sin darme cuenta que sufrías...
Si por vivir de prisa
Olvidé compartir contigo
Lo importante de la vida
El amor, la sonrisa, el elogio que merecías
Y perdona, si agobiado
Queriendo rendirte en ese instante
No llegó la palmada que esperabas
Para salir adelante...
Y si por perseguir mí sueño
Sin querer pisoteé mis anhelos y,
En mi ignorancia me sentí satisfecho
De haber alcanzado el éxito buscado
Y si pensando que eras eterno
No fui capaz de encontrar ese momento
Para darte ese tierno abrazo
Que se quedó en suspenso
Y perdona si viéndote frío
Pensé que eras de roca
Y olvidándome de tus necesidades
En algo te he ofendido
Y perdona si mañana al verte
No pueda recordar tu nombre, tu cara
Tu aspecto, porque a pesar de todo
Te llevo en el alma, para siempre


Perú, 1988

Resumiendo la Ausencia!

Resumiendo la Ausencia! Desde el famoso día de la patria de ESTE país, el que lea entienda -ósea, en este caso, vea artículo anterior, aquí abajito no más-, la ausencia se apoderó de mí sin darme cuenta.

Los días pasan cada vez tan apresuradamente y los eventos y acontecimientos se dan con una rapidez que apenas los miramos ya pertenecen al pasado y nos damos cuenta que el presente es más que efímero. Hasta de estación hemos cambiado, aunque el clima se rebela, y yo, ausente. Olvidado, irresponsable también, perezoso y relajado, sin retomar el tiempo debido para este blog, que algunos olvidan, que a otros interesa, y que a otros más hasta perturba tanto así que quieren regurgitar las palabras leídas seguramente, y que algunos los más cuerdos ni les interesa para nada. Pero hay para todos los gustos. En las épocas de la diversidad siempre tiene que haber de todo y para todos los gustos y tendencias.

Y esta ausencia tiene sus causas, la primera de ellas, la mejor: la celebración. Como buen hedonista, el celebrar está presente siempre, en las buenas y en las malas. Más aún al celebrar un cumple menos. Como en provincia, celebrando una semana antes y una semana después. Claro, celebrando con los que se acuerdan por supuesto, que como los elegidos, son pocos felizmente. (Felizmente, por el presupuesto!) Luego de esta grata celebración, como todo tiene su costo, el destino -mágico pero a veces cruel- me pasa la factura una vez más, -aunque no a mí sino a mis bronquios-, y me dice que el invierno no es tan buen compañero mío, entonces a invernar por otros lares, y si no puedes, pues a batallar invernando. Ósea una batalla más, en este universo que es mi vida, que como el de todos, tiene inmensas batallas cotidianas.

Por esos días, hubo nueva fiesta, la casa, el Callao y los locos cumplían un año más, pero ni modo, prohibido celebrar, achacoso no se puede. Los últimos días de agosto y los primeros de setiembre fueron los peores, y no era el único que ya parecía un tísico con el cof, cof, cof, que media ciudad emitía, hasta que el renacimiento llegaba ligeramente luego de una recatafila de brebajes y pastillitas. Así pude al menos presenciar lo tan olvidado, y hasta impresionable para muchos jóvenes sensibles como yo, (y no soy el único, hay una masa inmensa, -tremendamente inmensa- que lo confirma), lo aterrador, lo que toma dimensiones mefistofélicas, las broncas que día a día se abrigarán, lo que va contra mis principios, contra los principios de esta relativa sociedad actual: el matrimonio. Se celebró en casa. Los novios, tan felices ellos, tan lindos, tan enamorados. José y Julie. Fiel a mis principios, no fui a ver la firma de semejante acto, pero fiel al hedonismo participé activamente en la celebración. Aproveché para desquitarme con una de mis inmensas y olvidadas debilidades, la bebida. Lo admito, lo confieso. La naturaleza me dio una buena habilidad con ella, y hasta ahora recordé que ni las mezclas me confundían. Pero medio mundo no puede entender que uno pueda estar alegre, y no necesariamente beber. Dicen que mi alegría es excesiva, y no es posible sea real y menos natural, y es fruto mínimo de algún estupefaciente seguramente, o mínimo el alcohol. Entonces, para darles el gusto, y no contradecir, porque soy obediente, y mucho me interesa el qué dirán, no me di la juerga de mi vida, pero al menos el trago estuvo buenazo. Tanto así que yo parecía el novio, y apareció otra novia, y no recuerdo ya donde terminamos. Ah! Sí, en un bar de mala muerte como el bar "La Catedral" de Zavalita. Que por esos días terminaba semejante obra también.

Pero como nada dura para siempre, y las felicidades son fugaces. Como si fuera un pecado vivir feliz, ahora sí se asoma la tristeza. Al día siguiente de narrar en una Velada alucinante por la paz -que muchas más deberían hacerse- "haz el bien sin mirar a quién", la historia de la collota, que algún día les contaré, me enfrento otra vez con la muerte. Para los que no saben, la muerte no sé qué quiere conmigo, flirtear, enseñar, asustar, intimidar, ponerme en tierra, no sé qué, pero cuando aparece lo hace de una manera poco festiva, como me gustaría, tampoco lo hace solemne, al menos respeto le tendría, sino que aparece impactante y hasta brutal. La primera fue con mi abuelo, como diría mi amiga Montse, yo era un crío, de tan solo dieciocho, y veo como el viejo se fue, misma pela hindú o mexicana, dramático el momento. Luego, con el tío físico culturista, el ex mister Perú, que impresionantemente tuvo su ataque en mi presencia y "hasta mañana baby", se fue. Si bien esas dos muertes fueron muy directas, infragantes, in situ, y vivenciales -como me gusta la contradicción, "la muerte vivencial"-, la tercera que se ha dado en mi vida, no ha sido tal. Ha sido lejana, pero terrible. "Tu mejor amigo de la infancia, ha fallecido, lo han asesinado". Para que los morbosos -y chismosos indiscretos, como yo seguramente- se queden con la miel en los labios, no contaré como fue. Pero sí, me chocó. Mucho. No pensé ver tanta gente en un entierro, como mil personas. Y al recordar mi niñez, hermosa niñez, había olvidado que los años habían pasado, y que las vidas de todos cambian constantemente. El encuentro con su madre, fue uno de los más dolorosos que me ha tocado presenciar. Como quien llega a un pueblo nuevo pasados veinte años, aparecía en un lugar extraño para mí. Era un forastero, y todos se preguntaban porqué ante él la madre tiene tal desahogo. Y mi mente empezó a sentir. Recordar, rememorar, volver a vivir. ¿Por qué tiene que ser así? Y nuevamente la incerteza es la respuesta. La ausencia se apodera de todo sin que menos nos demos cuenta, y ahora que despierto, veo que ya todo está pasando. Que la vida sigue su curso, y que nos toca a nosotros continuar. No sé qué misterio hay en el dolor, no sé que enseñanza oculta y profunda se esconde detrás. Solo el tiempo quizá me lo pueda demostrar. A lo mejor, es tiempo de cambios, de ir adquiriendo nuevas percepciones, de acercarnos más, antes que sea demasiado tarde. Porque a veces, aunque no lo quiera, lo pienso.

Pero como dice Vasconcelos, -a diferencia de García Márquez, donde el amor puede matar a muchos de sus personajes-, "Ni el dolor ni la tristeza matan" ¿será verdad?

Un saludo a todos,
Pablo

Un Feliz 28!!! (atrasado a: ¡ESTE país!)

Un Feliz 28!!! (atrasado a: ¡ESTE país!) Hoy comienza un nuevo mes, agosto, el mes de las celebraciones paulinas (el que lea, entienda!).
Atrás ha quedado el mes de la patria. El mes en el que se saludó a ESTE país. (Ahora habrá que saludar e ESTE individuo).
En casa lo celebramos (el famoso pero ya olvidado 28) desde el veintisiete, pero fue así porque mi madre es la patriótica, se le ocurrió nacer en ese día. Y desde entonces las fiestas patrias se tiñen de un sabor no solo nacional sino súper familiar. Ese día (el famoso y ya olvidado 28) fui a dejar a mi abuela donde la peculiar tía Vicky, ella siempre tan sencilla, tan amable, tan cortés. Fue la única persona que al saludarme me dijo: "¡Feliz 28!". Me quedé anonadado que alguien recordara lo que Luciana, con solo dos años, al despertarme me dijo: "¡Levántate, que vamos a celebrar el cumpleaños del Perú!" Y luego agregó con una voz tan tierna esas líneas que ya ni reconocía: "Somos libres, seámoslo... ". Pensé que era asunto olvidado y pasado de moda esto de las fiestas patrias, (¡en pleno 2005 recordar lo que pasó hace 184 años atrás!), pero luego recordé que mi sobrino en la tarde me dijo: "Mañana, estaré en la parada militar eh? Supongo que irás, ¡no me vas a ver por la televisión!". Entonces, pensé si es que no éramos un grupo de anormales, nosotros que teníamos conciencia de lo que pasaba. Lo que decía Luciana, era el cumpleaños del Perú!
Siempre me he preguntado porque la gente que dice amar al Perú, la gente que dice defenderlo, la gente que dice apostar por él, entre ellos los políticos, los periodistas, los intelectuales, (presten atención en cualquiera de sus declaraciones) todos se refieren al hablar del Perú, con las palabras "ESTE país". Como si no fuera suyo, como si hubiera en él algo (o mucho probablemente) que no les agrada, o como si estuvieran por encima de esta tierra, más allá del bien y del mal, y que valgan verdades les guste o no, nos guste o no, es su tierra, como la mía también.
En otras ocasiones me he preguntado cuando he asistido algún evento familiar, o algún fiestón por celebrar veintitantos años de convivencia (¡que desde ya eso hay que celebrarlo!), ¿Por qué se eligen a los agradables y simpáticos charros mejicanos, para comenzar el bailongo? ¿Es que no hay entre lo nuestro música genuina, nada tan agradable, bien hecho y con mucho sabor? ¿Es que la música criolla, -por ejemplo- la marinera, el tondero, el festejo, tienen que ser puestos al final? ¿Es que en el fondo nos sentimos la última rueda del coche? ¿Es eso? No digo que todo el fiestón tiene que ser así, con la música (para muchos de los antiguos y pasada de moda) criolla, tradicional y peruana, pero ¿Por qué no comenzar con un número nuestro, y luego lo foráneo? ¿Por qué ponernos siempre al último? Es que en algo tiene razón mi amigo Daniel: "Autoestima, Pablo, el problema es la autoestima".
Bueno, debe ser. Últimamente le doy crédito a muchas cosas.
¡¡¡El Perú tiene taaaaaaanto, y conocemos taaaaaaan poco!!!
No es que ahora me sienta con un profundo y fuerte fervor por esta tierra, que sí me agrada, pero también reconozco que, como los estoicos en sus ideales, me siento más que nada primero ciudadano del mundo, y luego de mi país, integrándome primero al mundo y luego a lo particular. Pero también hay que reconocer lo bueno que tenemos, no olvidarnos de nosotros mismos, darnos nuestro saludito, festejar con lo nuestro y por lo nuestro. Lo foráneo debe tener mucha acogida en su tierra, no en la nuestra. Aquí tenemos tanto por dar y mostrar... En fin, como siempre es una eterna contradicción lo que define a ESTE país, este "mendigo sentado en un banco de oro", como lo dijo el famoso pensador.
Y como lo último es la característica nuestra, por eso recién estas líneas por el día de la patria, por ese 28 de ESTE que pasó.
Ya que hay una hora inglesa, tan puntual y correcta, y por contraposición tenemos una terrible y pésima "hora cabana", haciendo uso de lo nuestro, con alardes de impuntualidad, viene este breve saludo con poema incluido (de Borges, para no perder la tradición, otra vez: "el que lea, entienda") que resalta algo de lo poco que quiero expresar, por este Feliz 28 a ESTE PAIS!!!

"La patria, amigos, es un acto perpetuo
Como el perpetuo mundo.
Nadie es la patria, pero todos debemos
Ser dignos del antiguo juramento
Que prestaron aquellos caballeros ...
Somos el porvenir de aquellos muertos ...
Nuestro deber es la gloriosa carga
Que a nuestra sombra legan esas sombras
Que debemos salvar.
Nadie es la patria, pero todos lo somos."

- Oda escrita en 1966 -

Cada 14 de febrero

Cada 14 de febrero Se acerca el día para muchos esperado, el día del amor y (supongo para aquellos que no pueden, no quieren, o no les ha tocado aún) le han agregado esto "de la amistad". Desde muy niño cuando escuchaba o leía "El día del amor... y de la amistad" , yo mismo agregaba estos puntos suspensivos, y veía la última parte ("de la amistad" ) como una especie de premio consuelo para los que andaban desemparejados o "solitarios"...

Sea como fuere, hoy no voy hablar del amor, que sería realmente aumentar más a lo que ya existe sobre este tema. Es que tanto se dice del amor. Se trata de definirlo, de descifrarlo, de comprenderlo, de llegar a su escencia. (Al menos a los teóricos les encanta hacer eso). Miles de definiciones, millones de expresiones. Todo lo que provoca el amor. Pero antes de decir lo que es, me gustaría más bien experimentar, prescenciar, o conocer lo que hace. Creo que eso es más vivencial, que tratar de con palabras encerrar lo indescifrable.

Pero también me pregunto, ¿de qué amor hablamos? Y he ahí donde viene la trampa para poder definirlo. ¿De qué tipo de amor? Y yo ahora me pregunto ¿Qué amor es el que vemos en la vida cotidiana? ¿Amores puros, amores limpios o amores perros como los define mi fervorosa tía Aída?

Como dije no voy a definir el amor, tamaña pretensión es un acto que mi humilde condición no puede dar, pero sí quiero comentar un poco sus efectos, o lo que nos hace. O lo que permitimos nos haga también, y que nos encanta dicho sea de paso. ¿Porque quién no ha sido víctima de sus efectos? ¿Quién no ha amado al ser equivocado? Aquí copio uno de los textos de Walter Riso, que ejemplifica claramente esto:

"Podemos reprimirlo, esconderlo, pero no eliminarlo. Ese potencial no desaparece, está ahí listo a desarrollarse. ¿Y qué ocurre cuando lo guardamos mucho tiempo sin procesarlo, sublimarlo o transferirlo? Se sale por su cauce, se desborda, y cuando esto ocurre no tenemos más remedio que entregarlo al primero que pase. ¡Toma, te hago entrega de esta acumulación de afecto porque ya no sabía que hacer con él! ¡Me enamoro de ti! Y ahí quedamos, entrampados. Esa es la razón por la cual a veces nos enamoramos de la persona que no es."

Levante la mano -es decir opine este artículo- ¿quién no ha vivenciado lo que tan claramente hemos leído? Otro de los textos, del mismo autor, en "Eros", es uno que me dejó pensando muchísimo porque tantas veces pese a mi vital y energética juventud mi corazón latía fuertemente con un inmenso dolor que me llevó en dos oportunidades al cardiólogo, y éste luego de examinarme, sacar los electros necesarios y tanta cosa, sonriendo me dijo: "¿No será mal de amores lo que te afecta?"

"-El amor no llega de la razón doctor- dijo Eros, primero nos enamoramos y después preguntamos quién es él o ella. Voy a explicarlo mejor. Nadie puede vivir sin amor, porque él es la fuerza que garantiza la unión de todo el cosmos. Si no amáramos, nos desintegraríamos y no podríamos pertenecer a éste todo orgánico que llamamos vida, de ahí viene el nombre de "alma en pena", un corpúsculo solitario de vida sin poder realizarse en los demás. Pero de todas maneras, aunque nos neguemos a amar, el amor se va acumulando en el ventrículo derecho del corazón (ése es el lugar donde se almacena cuando no lo queremos utilizar)"

Claro que luego de haber sufrido tanto mi corazoncillo, hice caso al doctor este, y pensé que era mal de amores mi problema, entonces seguí su sugerencia, "joven, eso se cura con amor". Sin darme cuenta entonces, mi manía depresiva por amar aumentó considerablemente y peor aún al tener el karma de vivir en extremos. Entonces pude, sin ser Safo, olvidarme de mí mismo, y -cambiando el género- sentir lo que ella dijo, luego de la experiencia de querer curar mi corazón -a mi manera-. Sentí algo como esto:

"... Lo que a mí
el corazón en el pecho me arrebata;
apenas te miro y entonces no puedo
decir ya palabra.
Al punto se me espesa la lengua
y de pronto un sutil fuego me corre
bajo la piel, por mis ojos nada veo,
los oídos me zumban,
me invade un frío sudor y toda entera
me estremezco, más que la hierba pálida
estoy, y apenas distante de la muerte
me siento, infeliz"

Ya no sabía si había sido mejor el remedio que la enfermedad. Pero que sufría, sufría... Es que me pasaba seguramente lo que decía Madame Amiel Lapeyre:

"Cuando más vacío está un corazón, más pesa".

O quizá sufría, y no es que tenga vocación de mártir, aunque pudiera parecerlo. Por el contrario, más bien en el fondo, era lo que ya decía Balzac:

"Todos los amantes son diestros en forjarse desdichas"

Por eso por mi parte sigo diciendo como ese himno de Freddy Mercury "¿Can anybody find me somebody to love?" ¿Pueden encontrarme alguien a quien amar?

Pero retomando lo nuestro, y sin inmiscuir tanto en mí mismo, sigo comentando.

Claro, que hay etapas, momentos, tiempos, y cada vez que me hago viejo, que entro a esta tercerda edad -de la juventud- creo que se ama y se siente diferente. Principalmente para este amor de pareja, que cada vez, está más lejos.

Pero como decía al inicio, no voy a intentar definir el amor. Para suerte mía eso ya lo hicieron otros, y antes de irme dejaré al final las palabras del que más me satisface con su virtuosa definición. Pero antes de llegar a él, a mi tocayo, quisiera conocer alguien -se invita a opinar anónimamente- que éstas palabras hayan calado como lo fue en mí, cuando alguna vez pensé amar de esa manera. Y mea culpa, fue una pasajera ilusión. "Amar, temblando como un niño". Como lo dijo Prevert:

"Este amor
Tan violento
Tan frágil
Tan tierno
Tan desesperado
Este amor
Bello como el día
Y malo como el tiempo
Este amor tan verdadero
Este amor tan hermoso
Tan feliz
Tan alegre
Y tan irrisorio
Temblando de miedo como un niño en la oscuridad"

Bueno, yo ahora ando temblando como un niño no precisamente por amar, sino por este día a día que me tiene como un loco en la cornisa, o como un malabarista en equilibrio. Pero me agrada despertar este niño en mí, y también me agrada ese temblor.

No podemos negar que la fuerza del amor puede ser tan sublime como ese amor que Platón nos muestra en su banquete, y tan animal y desenfrenado como el que ya muchos conocemos, o para no "tocar carne" como lo son nuestros amados protagonistas de tanta historia real o ficticia en los cuales nos reflejamos.

"Cuando el amor desenfrenado entra al corazón
va royendo todos los demás sentimientos;
vive a expensas del honor, de la fe y de la palabra dada"
Alejandro Dumas

Interesante no? Cada cual lo sabe!

Pero que el amor es una fuerza, lo es. Nadie lo niega. Solo que esa fuerza parece siempre manejarnos. Y yo creo que es lo mejor, como dice Gibrán:

"Cuando el amor os llame, seguidlo.
Aunque su camino sea duro y difícil.
Y cuando sus alas os envuelvan, entregaos.
Aunque la espada escondida entre ellas os hiriera.
Y cuando os hable, creed en él.
Aunque su voz destroce vuestros sueños,
como el viento del norte devasta al jardín.
Porque, así como el amor os corona, así os crucifica.
Así como os acrece, así os poda.
Así como asciende a lo más alto y acaricia vuestras más tiernas ramas, que se estremecen bajo el sol.
Así descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá en un abrazo con la tierra.
Como trigo en gavillas él os une a vosotros mismos.
Os desgarra para desnudaros.
Os cierne para libraros de vuestras coberturas.
Os pulveriza hasta volveros blancos.
Os amasa hasta que estéis flexibles y dóciles.
Y os asigna luego a su fuego sagrado, para que podáis convertiros en sagrado pan para la fiesta sagrada de Dios.
El amor no da más que a sí mismo y no toma nada más que de sí mismo.
El amor no posee ni es poseído.
Porque el amor es suficiente para el amor"

No pensé elevarme tanto con este texto, pero es fruto de Kahlil. Hay amores trascendentes, intrascendentes, profundos, pasajeros. Amor a los hombres, amor a Dios. A los amigos, e incluso a los enemigos. ¡Admiro los que lo practican! Hay mucho que decir, pero antes de irme, (recuerden que en otras secciones publicaré algo breve sobre al amor a Dios, y la fidelidad que implica ello, -un texto de Teilard de Chardin que siempre me refresca-. Y también un par de poemas sobre la amistad! Veremos si la poesía es leída. Espero sea comentada! Veremos!). También pronto hablaré de esos amores tan opuestos, tan del otro lado, tan comunes, osea de los amores tan de moda, los "chuculunes" que tanto perturban nuestra mente.

Pero retornando a nuestro diálogo virtual, pregunto ¿Pero sólo cada catorce de febrero tenemos que amar? ¿No es mejor -o sería mejor- y más ardientemente exitante la práctica diaria del amor?

Los dejo con estas palabras, sí de mi tocayo, pero el santo. De esas concepciones de lo que ES, que quiero muchas veces, aparezca YA!

"El amor es paciente, es bondadoso.
El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso.
No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.
El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad.
Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta"

Con amor,
Pablo

Algo sobre la amistad...

Algo sobre la amistad... Mi amigo

"Se hallaba sólo en la encrucijada
con una sonrisa en su rostro.
No sentía temor de lo desconocido,
pertenecía a una raza varonil.
Pero la ruta se dirigía o bien hacia occidente,
o bien hacia el oriente,
y él no sabía cuál de ellas seguir.
Mi amigo dobló hacia la izquierda
-pero se había equivocado-,
y así siguió adelante más y más
hasta que al fin había perdido la carrera y la corona
y fue a parar de una trampa de la que no salió.
Y todo porque en aquella encrucijada
no había nadie que le orientara.
Otro amigo llegó a la misma encrucijada y se paró
para escoger el camino debido,
para llegar al mejor bien.
Ya a oriente, ya a occidente,
hacia ambos lados partía una ruta.
Y yo que estaba allí, le dije cuál debía tomar.
Así que dobló a la derecha
y ganó la carrera y la corona
y entró al fin en la hermosa mansión.
Y ello se debió a que yo estaba en el momento clave
en aquella encrucijada.
A partir de entonces he pedido cada día
poder estar fielmente en esta esquina
y enviar a los transeúntes por la ruta que los salve.
Como sucedió con mi amigo"

Sobre la amistad

"Vuestro amigo es la respuesta a vuestras necesidades.
El es el campo que plantáis con amor
y que cosecháis con agradecimiento.
Y él es vuestra mesa y vuestro hogar.
Porque vosotros vais hacia él con vuestro hambre
y lo buscáis con sed de paz.

Cuando vuestro amigo os hable francamente,
no temáis vuestro propio "no" ni detengáis el "sí".
Y cuando él esté callado,
que no cese vuestro corazón de oir su corazón;
Porque sin palabras, en amistad, todos los pensamientos,
todos los deseos, todas las esperanzas nacen
y se comparten en espontánea alegría.

Cuando os separéis de un amigo,
no sufráis;
Porque lo que más amáis en él
se aclarará en su ausencia,
como la montaña es más clara
desde el llano para el montañés.

Y no permitáis más propósito en la amistad
que el ahondamiento del espíritu.
Porque el amor que no busca
más que la aclaración de su propio misterio,
no es amor sino una red lanzada
y solamente lo inútil es cogido.

Y haced que lo mejor de vosotros sea para vuestro amigo.
Si el ha de conocer el menguante de vuestra marea,
que conozca también su creciente.
Porque ¿qué amigo es el que buscaréis para matar las horas?
Buscadlo siempre para vivir las horas.
Porque él está para llenar vuestra necesidad, no vuestro vacío.

Y en la dulzura de la amistad, dejad que hayan risa y placeres compartidos.
Porque en el rocío de las cosas pequeñas,
el corazón encuentra su mañana y se refresca"

Kahlil Gibrán, El Profeta.