un poco de locura, a veces viene bien.
sueño de una noche otoñal: la casa, blanca.
estamos todos aprisionados en una casa grande, antigua, de paredes altas. toda la casa es blanca. se parece a mi casa, pero es mucho más grande, y hay una diversidad de gente en ella, diferentes edades, diferentes razas. todos estamos esperando algo. estoy con mi madre, veo a mi abuela, mi tía, también está un amigo, otro amigo y éste último con su novia. en el momento en que nos han capturado a todos y nos han instalado en esta casa, buscamos el modo de escapar y no hay alguno. pero lo que me sorprende mucho es que la gente no vea lo que yo sí, que estamos como encarcelados y entonces, por ello tengo que estar "abriéndole" los ojos a los demás. cuando llegamos nos hacen pasar hasta el fondo al gran patio de esta casa. las paredes son altas, muy altas, de color blanco, lisas, imposibles de intentar siquiera escalar para escapar y es mas al borde de ellas hay un alambrado metálico de púas. pero hay una parte, un espacio de esas paredes, donde o se han olvidado de construir verticalmente hacia arriba o ahí no han levantado más la medianera por algún motivo. esa parte medirá como un metro y medio de alto y no tiene siquiera alambrado. entonces, le digo a uno de mis amigos, que por ahí podemos escapar. los ojos le brillan de felicidad, pero al instante trata que los demás no vean dicha pared. es inútil, porque me sorprende que medio mundo pase por ahí y no vean lo que nosotros estamos viendo: que esta pared puede ser una salida. incluso mi madre y mi abuela no la ven, o si la ven no la mencionan como algo descubierto y la posibilidad de poder escapar, pero a su vez al igual que mi amigo, quieren ubicarse en torno a ella para que los demás no la vean. por encima de esta pared de metro y medio, me asomo, y veo una inmensa y gigantesca botella, de esas que se usan en los laboratorios, de bases triangulares a modo de un cono que desemboca en un pico. este pico es el que veo. y la han instalado en la tierra. ésta botella a modo de tanque está vacía, y no sé como encuentro el grifo del agua, un grifo con una manguera, y empiezo a llenar el tanque. intuyo que toda el agua del pozo será necesaria para todos nosotros que nos han capturado, porque parece pasaremos buen tiempo aquí. y es para mí con mi amigo como una especie de acto solidario llenar este tanque. pero no lo llenamos totalmente, sino hasta la mitad. más adelante hubiera querido haberlo llenado todo. es que vienen los gendarmes, y nos empiezan a ordenar a todos. la gente está cansada, y ha comenzado todos a instalarse como sea en las diversas habitaciones de la casa. es mucha gente. no sé porqué pero pienso que son como quinientas personas, muy poco en relación a lo que inicialmente ví, que era muchísimo más. nos ordenan que nos pongamos en el orden en que ingresamos al inicio cuando nos capturaron. y es por eso que en ese momento tenemos mi amigo y yo, que cortar el llenado del tanque. salto la pared, hacia la casa contigua. es una casa bonita diferente a la que estamos todos. es de colores pastel, crema, beige, con algunas plantas y algún árbol viejo. tiene un sabor romántico, quimérico y añejo, pero parece estar vacía. no hay nadie. quiero pedir ayuda, ver si alguien aparece, pero no me atrevo a meterme más al fondo en esa casa, y perderme en ella y buscar una salida por ahí, mi "olfato" me dice que no, que no lo haga, que no entre, pero empiezo a sentirme angustiado por tener que regresar y sentir esta sensación de encierro por estar enclaustrado. porque sé que estamos cercados, rodeados, imposibilitados de salir. entonces, decido regresar. salto el muro, regreso al patio y busco a los míos. los encuentro, estoy solo con mis familiares, pero mis amigos se han dispersado. ya la gente está acostumbrándose a esta casa, la casa, blanca, y muchos de ellos se echan en grupos, a modos de "camadas", tendidos a través en las camas y camarotes instalados en todas las habitaciones. los niños están algunos jugando, otros con sus padres. a la gente la veo como manejada, como mentalmente utilizada, o adormecida. no protestan. ya no tienen -si es que en algún momento lo tuvieron- temor alguno. en cualquier caso ya se les pasó el temor inicial, ya se acostumbraron rápidamente. entonces, comienzo a escudriñar las habitaciones y querer encontrar en alguna de ellas, una posible salida. todas están llenas de personas, de gente que no sabe lo que hace ahí, pero que tampoco le preocupa saberlo. veo niños, niñas, de diversas edades, de diversas razas, pequeños de tres, cinco, siete, nueve años. uno de los gendarmes al verme según él, cara de intelectual, me dice que vaya a una oficina que está en el interior de la misma casa, y que trabaje para un gerente. me acerco y me doy cuenta que estoy por entrar a otra área de la casa. ingreso. es la zona donde se realizan labores administrativas, todos de camisa y corbata y señoritas de traje tipo sastre, pero noto que ellos sí están asustados trabajando ahí. el gerente, que es un joven de unos treinta y cinco años, me queda mirando, observando. su padre, nos pide un informe, como queriendo medir cierta capacidad, y yo lo hago ligeramente más rápido que su hijo, pero éste lo presenta primero, porque me doy cuenta que no tengo como imprimirlo. pero el gerente, ósea el hijo, me presta su impresora y me pide también que le saque unas fotocopias de algunos documentos. entonces mientras busco la fotocopiadora, puedo ver otras áreas de esta parte de la casa, y percibo que todos los empleados, tienen odio y miedo, y también temor y verguenza. llego, la encuentro, pero no hay papel en la máquina. regreso, y el gerente me sigue mirando, como queriendo saber, inquirir, y descubrir, pero luego desvía su mirada a sus papeles, y nunca más volverá a mirarme fijamente. tiene miedo de no sé qué. y yo creo literal e infantilmente que de perder su puesto. regreso y comienzo a buscar papel para fotocopiar, y en los armarios encuentro en abundancia, resmas y resmas de papel, blanco, blanquísimo, como las paredes de la casa, del patio donde entramos todos inicialmente. me pierdo en la blancura de estos papeles, en la nada de su contenido, veo entonces que en el tanque el agua empieza a enturbiarse muy ligeramente porque no lo hemos tapado, veo a mis familiares, a cada uno de ellos, de fondo con la casa, blanca, y en eso alguien me despierta del ensueño y me dice que solo puedo tomar como máximo dos, dos hojas blancas. luego el joven gerente, lo confirma, es política de esta empresa. cuando retorno a la fotocopiadora, me doy cuenta que estoy vestido formalmente, no sé en qué momento me he cambiado, no sé en qué instante se ha dado el cambio, o ¿es que así he estado siempre? creo que no! me confundo. me siento extraño. pero de pronto, cuando voy a fotocopiar, veo una puerta, blanca como el papel, como las paredes, y me causa cierta curiosidad. siento que algo debe haber por ahí. las jóvenes que están pasando por mi lado, parecen no darse cuenta de esta puerta. me acerco a ella, la empujo e ingreso a un lugar que es como un pequeño negocio, una peluquería, algo improvisada, algo de barrio. y está en un garaje que tiene un portón. ahí veo a una mujer, de unos treinta años, rebosante, seductora, vestida como ama de casa, pero arreglada y está barriendo. entro a la habitación, y al darme cuenta que su garaje da a la calle, le pido permiso para pasar, y ella me lo da sugestivamente, y abro las puertas del garaje, y por fin creo respirar el sabor de la libertad. pero ahí nuevamente está cercado todo. salvo otro espacio pequeño de la pared. pero aquí el muro es mucho más pequeño. medirá setenta u ochenta centímetros como máximo. lo salto, lo cruzo, y veo que la casa que colinda, es mi casa. ahí está el cadete limpiando el jardín, le digo que me espere, porque tengo que sacar a mi mamá, mi abuelita, mi tía, y mis amigos. me dice que está limpiando porque nos espera a todos. entonces regreso primero al garaje, luego a la fotocopiadora, luego a las oficinas de la compañía, luego a la casa, blanca. regreso habiendo elaborado la forma de sacarlos, los haré entrar a las oficinas, y luego por esta peluquería, y veré la forma de hacerlos saltar este muro, me preocupa mi abuelita. le pregunto a la peluquera como se llama, alhelí me dice prestamente. ¿puedo contar contigo? le pregunto otra vez. claro, me contesta, esperaba oír eso. se hace mi cómplice voluntariamente, y no me doy cuenta que lo que quiere como parte de pago, es otra cosa. regreso, encuentro solo a mis familiares y mi amigo, entonces decido buscar a mi otro amigo con su novia. roberto se llama. con mi otro amigo lo buscamos, por todas las habitaciones, preguntando por él, hasta que en un camarote está echado con ella. y al costado tres niñas. le pregunto ¿son tus hijas?. -no, que yo sepa- me responde. entonces las dejamos a las niñas, y cuando ya todos estamos juntos, les digo que ya he encontrado la forma de salir, que ya podremos irnos. pero a roberto y su novia, como que la noticia no les afecta positivamente, y me doy cuenta que a mis familiares tampoco. ¿es que a nadie le interesa salir de aquí? solo mi amigo se pone contento, y ve la importancia y a la vez alegría de poder salir de todo esto. ellos avanzan, y me tropiezo con una niñita que juega con una mochila. me doy cuenta que esa mochila es mía. le pregunto: ¿de quien es esa mochila? -no sé...- me responde y luego agrega: -es mía-. y le digo, ¿seguro? no mientas eh? con una falsa seguridad vuelve a decirme es mía!, y me mira pícaramente, y muy linda, pero toda desgreñada, me añade: "esta bien, es suya, entonces llévesela", y saca todas las cosas de adentro, un montón de chucherías de niños, al vaciar la mochila, le digo que no importa, que mejor guardamos todo y que se la lleve nomás. y así lo hace, pero luego me la devuelve diciendo que me lleve todo. que es mejor así. y ella se queda jugando con la nada sentada en el suelo. regreso con mis familiares, y mi amigo está preocupado por el tanque a medio llenar. le digo que por eso no se preocupe. pero él se ha dado cuenta que los gendarmes, parecen notar el agua en el tanque a modo de botella. que alguien ha intentado llenarlo. le digo que incluso así, con ellos dándose cuenta, no importa porque tengo acceso a las oficinas, y podré sacarlos a todos. y recién debido a la llamada del cadete, entonces me doy cuenta que puedo comunicarme a través del móvil, nos dice que nos espera en la cerca, previniéndome que de vez en cuando los gendarmes se dan sus vueltas y rondan las veredas de esa zona. le cuento esto a mi amigo, y el teléfono no vuelve a funcionar más. empezamos a llevar a mis familiares, por la empresa. ingreso con mucho temor, pero los que están no se dan cuenta que estamos entrando, tengo suerte pienso y los logro hacer pasar en fila india. mi abuelita se cansa, y tengo que serle de apoyo. y mi mamá y mi tía están como abstraídas en no sé qué. solo mi amigo y yo nos miramos extrañados ante todo. llegamos a la fotocopiadora, está ahí, solitaria, sin gente, y luego vemos la puerta blanca que da al garaje-peluquería, ahí está alhelí esperándonos, y nos hace pasar a todos. roberto y su novia van adelante, como abriendo el campo y viendo qué hay. al abrir el portón del garaje efectivamente ve a los gendarmes rondando, pero ellos no lo ven a él. él cree y siente eso. entonces decide saltar el muro, luego le da la mano a ella, y salta. luego viene mi madre, hay que ayudarla, lo hacemos y lo logramos, luego mi abuelita, entonces ella empieza a llorar, se asusta de no sé qué, tengo que consolarla, pero tampoco tenemos mucho tiempo. con mucha fuerza la levanto, mi amigo mi tía me ayudan y del otro lado mi madre con mi amigo y el cadete, hasta que no sé como la pasamos. luego mi tía salta en un santiamén, se siente joven, ágil. finalmente quedamos mi amigo y yo. mi amigo no sabe quien primero si él o yo. y ambos perdemos tiempo en decidir quien, porque no sé porqué extraña razón mi amigo empieza a intuir que el último quizá pueda o tenga que quedarse. y cree que debería quedarse no precisamente prisionero, sino para poder sacar más gente. y yo sin saber ese pensamiento, le digo que se vaya de una buena vez, que salte el muro. cuando lo hace lo miro y veo la mirada que me dio el hijo del dueño de la compañía. es extraño todo esto. quizá estoy viendo mal, pienso. ellos saltan y el cadete los introduce en nuestra casa, están a salvo. entonces me toca a mi saltar, o quedarme. decido saltar. y cuando lo hago. pasan los gendarmes, y el cadete tiene que cerrar la puerta de la casa, y también aparece por otro lado, un personaje, la negra milagros, está con alguien detrás a unos metros de distancia, es alguien que me conoce y mucho. la miro a la negra milagros, y ella no me reconoce, me habla como si me viera por primera vez: "señor, disculpe, usted conoce dónde se hace teatro?" y yo pienso, "ésta, ¿con todo el problemón que hay alrededor pensando en el teatro?" y la miro fijamente y recién me doy cuenta de cómo es que está la gente dentro de la casa, blanca, prisionera. están con los ojos obnubilados, sus ojos son todos de un solo color, enteramente plomizos, como zombies, ella me mira pero no me ve, no me recuerda. y pienso: "ahora hay cosas más importantes que preocuparse, hay mucha gente que debe salvarse". y me asombro de este pensar. entonces, le digo, a modo de prueba, su nombre, -milagros, milagros-. y ella no me oye, no escucha que le digo su nombre. le respondo que en mi casa se hace teatro, que en la casa del cadete, de mi madre, que pregunte ahí, y le señalo la puerta, donde ambos estamos a solo dos o tres metros. y todo eso ella sí me escucha. entonces deduzco que la gente no logra reconocer sus nombres, ni oírlos, no logra reconocerse a sí mismos en sí mismos, que ese es el daño que le hacen los otros, los gendarmes, anularle su identidad, su nombre, su ser, y obnubilarle periódicamente la visión hasta que todo se torna gris. la negra milagros me dice entonces, que en otro momento preguntará y se va. la otra persona, la que está detrás de ella, a unos metros, me mira con cierta satisfacción que no sé que quiere expresar. con un aire de cierto dominio. veo un reto en su mirada. es una mujer hermosa, tiene una mirada natural y está llena de fuego, de ardor, de sus ojos salen chispas y está más viva que nunca. su mirada hierve y me mira así por un buen rato, y cruza los brazos. de repente miro hacia el otro costado, y está alhelí, esperando, queriendo su parte, y también está amenazante. ella ya cumplió, ahora quiere lo suyo. me sujeta de un brazo, y no sé si me llevará al garage, si regresaré a las oficinas, a la casa, blanca, o si me zafaré de ella, y de todo e iré a mi casa, con mi familia, donde el cadete, mi madre, mi abuela, mi tía, y mi amigo está esperándome. estamos alhelí y yo en la vereda, parados frente a la medianera entre su garage y mi casa, ella me sujeta del brazo e impulsa hacia su lado, yo opongo resistencia. y recién me doy cuenta de todo. en ese momento a modo de extraña revelación y asociación, tomó conciencia que ella es parte de los gendarmes. y me necesita porque ya no quiere serlo. me doy cuenta que la gente es utilizada, que está ansiosa de deseo. en ese momento mi corazón late a mil por hora, estoy asustado e impactado. quiero zafarme, jaloneamos. me despierto.